Otro aspecto relevante es la salud general y la edad del perro. Los canes geriátricos y aquellos con enfermedades crónicas o en tratamiento son más propensos a sufrir hipotermia. La Universidad de Tufts desarrolló una tabla de temperaturas, que detalla los niveles de tolerancia según el tamaño de los perros, indicando que a partir de los -4 grados, todas las razas corren riesgos significativos.
Factores clave en la resistencia al frío
El pelaje y el tamaño son solo el principio para determinar cómo afecta el frío a los perros. Mientras que los perros grandes con doble manto de pelo, como los huskies siberianos, están mejor adaptados a las bajas temperaturas, razas más pequeñas o de pelo corto, como los chihuahuas o los pitbulls, necesitan una mayor protección, como abrigos y calzado especial. Los galgos, a pesar de su tamaño mediano a grande, son especialmente sensibles al frío debido a su bajo índice de grasa corporal y pelo fino.
Los paseos durante los meses más fríos requieren precauciones adicionales. Limpiar las almohadillas tras el contacto con la nieve, empleando agua con sal o agua tibia, es esencial para evitar irritaciones o molestias por el hielo acumulado entre los dedos. Además, prestar atención a las señales de incomodidad del perro, como temblores o intentos de regresar a casa, puede prevenir complicaciones como la congelación o la hipotermia.
Precauciones esenciales para las temperaturas extremas
A partir de los -15 grados, la exposición prolongada al frío se considera peligrosa para cualquier perro, sin importar su raza o tamaño. Además, si el ambiente es húmedo, aumenta la peligrosidad ante bajas temperaturas. En estas circunstancias, es fundamental garantizar protección adecuada, limitar el tiempo al aire libre y ofrecer refugios cálidos. Consultar con un veterinario antes de viajar con tu mascota a regiones de clima extremo es una recomendación prioritaria.