El perro, sea cual sea su raza, conserva su instinto depredador. Sin embargo, dependiendo de su raza, posibles cruces, personalidad o familiaridad con otras especies, el instinto del perro es más o menos marcado. Este instinto se desencadena por el olfato pero también por la vista.
Por tanto, el perro doméstico, con su comportamiento de caza, puede tener un impacto significativo sobre la vida silvestre, que puede ir desde el estrés hasta la muerte del individuo.
Para limitar el impacto de nuestros perros domésticos, es fundamental cumplir la normativa:
Respeto las normas en los parques nacionales.
En los bosques y selvas, mantengo a mi perro atado desde el 15 de abril hasta el 30 de junio.
No permito que mi perro deambule por terrenos cultivados o no cultivados, prados, viñedos, huertos, bosques, pantanos y por las orillas de cursos de agua, estanques y lagos.
Además, conocer bien a tu perro y adaptar su equipo al momento de pasear protegerá la vida silvestre.
Por último, en nuestros jardines existen soluciones para limitar su impacto:
La plantación de matas espinosas proporcionará refugio y protección a los animales.
Dejar franjas de hierba alta
Entrenar a tu perro o cercar tu jardín evitará que deambule.