En casi la mitad de los hogares españoles hay algún animal de
compañía, principalmente perros y gatos. Debemos saber prevenir las
relaciones que pueden traer consecuencias negativas y promover las que
resulten beneficiosas para los humanos y para los animales mismos.
La antrozoología es la ciencia que estudia las interacciones
y el vínculo entre los seres humanos y el resto
de animales. Pese a que esta ciencia cuenta con
menos de cuarenta años, las interacciones con los animales
forman parte de la esencia humana desde sus inicios, como
ponen de relieve las pinturas rupestres. En la actualidad los
animales no humanos participan ampliamente de la dinámica
cotidiana de las ciudades.
Aquellos con los que tenemos un mayor grado de integración
y vinculación son los llamados animales de compañía, principalmente perros y gatos. De hecho, en el 49 % de
los hogares españoles se convive con algún animal. Nos es
preciso conocer el abanico de relaciones que establecemos
con ellos para prevenir las que acarrean consecuencias
nefastas y promover las que resulten beneficiosas para unos
y otros.
Una prioridad de la antrozoología es el estudio de las
relaciones patológicas, entre ellas el llamado síndrome de
de animales. La persona que padece esta enfermedad
mental, reconocida internacionalmente desde 2013, acumula
un gran número de animales, de los que no puede hacerse
cargo, y no reconoce las malas condiciones en que se
encuentran. El trastorno comporta graves implicaciones
para el bienestar de unos y otros, así como problemas de
salud pública. Los animales suelen presentar parásitos, heridas
y enfermedades diversas. Atender esa gran cantidad de
animales en mal estado de salud supone un reto. Desde la
antrozoología se está trabajando para crear protocolos de
detección precoz y de actuación eficaces ante casos de
síndrome de Noé.
La antrozoología también se ocupa del trato cruel para
con los animales. Cada año se registran decenas de denuncias
por este motivo en la ciudad de Barcelona. La mayoría
de sociedades desarrolladas disponen de mecanismos legales
para frenarlo y en Cataluña contamos con una Ley de
Protección de los Animales. No solo se trata de sancionar a
quienes les infligen daño, sino también de incidir en la
prevención, y la mejor forma de conseguirlo es educar desde
la infancia en el respeto hacia las otras especies.
Otro aspecto negativo de la interacción humano-animal
es el abandono. En Cataluña se recogen más de veinte mil
animales abandonados al año. A pesar de la tendencia al alza
de la adopción, nunca se los llega a reubicar a todos en nuevas familias de acogida. Los refugios de gatos y perros
intentan ofrecerles las mejores condiciones, pero el entorno
más adecuado para su bienestar es una familia de acogida.
La causa principal del abandono son las camadas no deseadas,
y es por esta razón por lo que se propone la esterilización
masiva de perros y gatos domésticos. El abandono es
un efecto de la falta de concienciación sobre la tenencia
responsable de animales de compañía; a menudo incorporamos
uno a la familia sin tener en cuenta el compromiso que
implica a largo plazo. Por ello hay que llevar a cabo unas
adecuadas acciones educativas, a fin de que la población
actúe de forma responsable en este ámbito.
Las colonias de gatos
Cuando hablamos de animales sin hogar en la ciudad, merecen
una atención especial los gatos callejeros o asilvestrados
que se distribuyen en colonias. Estamos acostumbrados
a la presencia de los gatos en los núcleos de población
humana, aunque generan controversia y molestan a algunas
personas. Por un lado afectan a la fauna silvestre autóctona,
pero, por otro lado, las colonias de gatos urbanos han demostrado
ser muy útiles para controlar plagas como las de ratas
y ratones, de modo que son necesarias para mantener un
equilibrio en el ecosistema de la metrópolis. Ahora bien, es
preciso que los felinos urbanos estén bajo el control de un
programa de gestión ética como el que ofrece la ciudad de
Barcelona. Este programa determina alimentar a los gatos
de forma adecuada para evitar problemas de higiene, esterilizarlos
para evitar su reproducción descontrolada y hacerles
un seguimiento sanitario.
Existe la falsa creencia de que la vida del gato callejero
es ideal; muy al contrario, su esperanza de vida es muy corta
en comparación con la del gato doméstico. Además se cree
a menudo que cualquier gato puede vivir y ser feliz en la
calle, pero los que se han acostumbrado a la vida doméstica
sobreviven difícilmente en plena libertad. En consecuencia
hay que combatir la opción de la gente que abandona a su
gato en la calle pensando que tendrá una buena vida. Ello
demuestra la necesidad de concienciar en la tenencia
responsable.
Fuente de capital social
La presencia de animales de compañía en nuestro entorno
ha demostrado ser una fuente de capital social, entendiéndolo
como el factor que permite que las personas se mantengan
vinculadas a su comunidad de forma beneficiosa y
positiva y con una actitud prosocial. Una ciudad con unos
altos niveles de capital social tiene ciudadanos cívicos y que
colaboran entre sí. Mediante diferentes estudios se ha
comprobado que en los barrios con más densidad de animales
de compañía se registran índices de criminalidad inferiores
y mejores indicadores de salud de las personas. Los
animales de compañía fomentan la interacción social y aportan
ciertas ventajas, pese a que también generan algunos
conflictos. Por este motivo se requieren normativas que
regulen y favorezcan la circulación y el cuidado de los animales
de compañía, ya que la tenencia responsable favorece
este capital social y evita los conflictos de convivencia.
Estudios recientes de la Cátedra Fundación Affinity
Animales y Salud han puesto de relieve que en España
muchos propietarios de perros y gatos mantienen un vínculo
emocional con los animales, e incluso los consideran un
miembro más de la familia. Esta vinculación parece ser un
fenómeno universal y común a diferentes culturas.
Los efectos positivos de compartir la vida con animales
de compañía se dividen en dos tipos: físicos y psicosociales.
En el ámbito físico, el contacto con un animal de compañía
reduce la presión arterial, por ejemplo. En el área de los
beneficios psicosociales la ciencia muestra que los animales
son catalizadores sociales, es decir, que nos ayudan a socializarnos
y establecer vínculos con las otras personas. El
hecho de que el animal forme parte de nuestra red social
contribuye a permitirnos superar las condiciones generadoras
de estrés. El contacto con animales reduce los miedos,
los síntomas de depresión y los niveles de agresividad, y
también propicia la comunicación, los estados de humor
positivos, las actuaciones prosociales y la atención positiva
para con otras personas.
Un desarrollo infantil saludable
Todos, pero especialmente los niños, tienen mucho que
ganar de la convivencia con los animales. Se ha demostrado
que el contacto con animales de compañía favorace un
desarrollo infantil saludable. En este sentido, se ha estudiado
ampliamente el apoyo emocional que se deriva de esta relación. Numerosos estudios en diferentes países muestran que
los niños que pasan por un momento emocionalmente
complicado buscan a los animales para sentirse reconfortados.
La relación de niños con animales también favorece el
desarrollo de la empatía y el comportamiento positivo
(prosocial) entre niños. En general, los niños vinculados con
animales son más empáticos, y también parece que esta relación
les facilita el desarrollo cognitivo y lingüístico. Por
último, el refuerzo del sistema inmune es otro campo en el
que la convivencia con animales tiene efectos positivos: los
niños son menos propensos a alergias y tienen menores tasas
de absentismo escolar.
Podemos ir más allá mediante la aplicación orientada y
terapéutica de los beneficios de la interacción humanoanimal
a través de las intervenciones asistidas con animales
(IAA). Las IAA se aplican en colectivos de todo tipo: personas
con trastorno mental, con discapacidad, en riesgo de
exclusión social y otras con requerimientos especiales. Los
efectos reales de las IAA, muy extendidas en nuestro país, se
encuentran actualmente en vías de estudio para corroborar
sus beneficios.
La interacción con animales de compañía en nuestro
entorno es inevitable. Y hay que conocer a fondo sus consecuencias
y sus efectos, tanto los positivos como los negativos,
para favorecer la mejor convivencia posible y
aprovechar al máximo la inestimable aportación social que
suponen.