En el capítulo: “Cómo ocurrió o pudo ocurrir” de su libro: Cuando el hombre encontró al perro (1975), nos relata la posible odisea de los chacales en su afán de seguir al hombre en sus cacerías y, poco a poco, muy poco a poco, su “atrevimiento” al acercarse tímidamente a él.
Un niño de hace mucho miles de años, trae a su cueva un pequeño cachorro de chacal al que otorga los cuidados parentales de su madre muerta en el campo.
El hombre por su parte, regala a aquellos los huesos, tendones y partes duras de los animales cazados. Comenzaba la domesticación de Truco.
¡Claro que pudo ser así! El autor de esta hermosa teoría, fue asimismo el primero en sospechar que, el carácter del chacal es muy diferente al del perro actual.
El primero es arisco, tímido y solitario mientras el segundo es gregario, tribal y muy jerárquico. El coyote pudo ser, según él, otro eslabón en su árbol filogenético pero… ¡Faltaba el lobo!
Este animal, aún hoy, es tremendamente parecido, en sus patrones de conducta, al canalla de Truco, mi perro. Los dos son gregarios, tribales, bondadosos con los cachorros, “amigos de sus amigos” y tremendamente jerárquicos.
Entonces no se conocía el ADN nuclear ni mucho menos el mitocondrial y es por ello que nuestro maestro Lorenz llegó a unas conclusiones que, hasta hace muy poco tiempo, no han sido rebatidas.
El perro, decía, se ha desdoblado en multitud de razas. Unas, por su carácter y morfología, tienen ascendencia chacal mientras otras la traen desde el lobo.
Aún así, él intuía algo incorrecto y, pasado un tiempo llegó a aseverar, que el 95% de la ascendencia era lupina.
Los últimos estudios basados en el análisis de las secuencias del ADN mitocondrial de centenares de razas caninas domésticas, chacales, coyotes y lobos revelan una sola ascendencia lupina tan clara que nos hace descartar aquellas románticas teorías de la primera domesticación del chacal.
Después del hallazgo, nuestro Truco pasó a llamarse Canis lupus familiaris y éste nombre sí indica una descendencia directa pero… ¿No pudo ocurrir lo que Lorenz contaba del niño y el cachorro? Claro que si, pero el cachorrito era hijo de una loba.
La evidencia científica sitúa al padre progenitor en un lobo chino, es decir, allí nació nuestra Kika, en el Este asiático, hace 15.000 años.
Los restos arqueológicos del Mesolítico encontrados en el mundo nos indican que Truco fue el primer animal que domesticamos en los albores de nuestra civilización. Datan de hace 14.000 años la presencia de perros en Alemania y de 12.000 en Israel.
Hace unos 13.000 años el hombre cruza el estrecho de Bering (que en esa época era un puente helado) e introduce a Truco en el continente americano.
En mi tesis doctoral mantengo que una de las causas de la rápida expansión del hombre en ese continente fue la ayuda que le prestó su inseparable amigo porque, si domesticamos al perro en primer lugar, era porque lo necesitábamos para cazar y para protegernos.
Aún más, reciente estudios demuestran que el perro entiende mejor nuestra expresión corporal, a la hora de buscar comida, que nuestros primos los chimpancés.
En principio, y como es lógico, había muy poca diferencia en la morfología de nuestros amigos pero, por un proceso de neotenia y selección artificial, se ha escindido su especie en la multitud de razas de las que disfrutamos ahora.
No obstante, no olvide el amable lector, que nuestro Truco puede formar una buena pareja con una simpática loba o que Kika puede embelesar a todo un arrogante y potente jefe de manada lupina.
Le aconsejo que mire ahora en la profundidad de los ojos de su amigo. Quizás vea la imagen de aquel desvalido cachorrito de lobo al que un día, hace mucho tiempo, un buen humano protegió para que, de esa forma comenzara la odisea. Han pasado 15.000 años nada más.