Algunas de estas razas desaparecieron hace tiempo y otras están luchando por recuperar sus orígenes, tras décadas de cruces con otras razas. Lo importante es contar con gente que se proponga este objetivo y, cómo no, con el reconocimiento institucional. Las comunidades autónomas son las que en primera instancia se interesan por perpetuar sus propias especies, pero el trabajo de campo lo suelen realizar los clubes. Si esto funciona objetivo conseguido. Si alguna de las partes falla, la recuperación se va al traste.
El can de palleiro cuenta detrás con un club que ha trabajado durante estas dos décadas y ahora se puede decir que goza de buena salud, incluso en noviembre publicaron un estudio sobre su comportamiento comparado con otros perros de la Comunidad. Las tres razas restantes comenzaron con igual ímpetu, pero después de la primera década del siglo no consiguieron estabilizar la raza y en estos momentos los clubes que se crearon no dan señales de vida. Seguramente estas razas no están extintas porque hay ejemplares dispersos por la geografía gallega, caso del guicho, muy apreciado por los cazadores, pero su supervivencia está al límite.
En Baleares, según la página del Servei de Millora Agraria, hay dos razas en peligro de extinción (ca de bou y ca eivissenc) y otra tercera en recuperación (ca de conils de Menorca). Si hablamos con los clubes, nos cuentan que son muchos los socios y animales registrados y que los que controla la Consellería son escasos ejemplares, lo que dificulta conocer los datos reales al existir poca o nula colaboración entre clubes y organismos oficiales.
Varias razas están en proceso de recuperación, como el carea leonés o perro de aqueda, el can de chira o el lobito herreño, razas que se dedicaban esencialmente al pastoreo, pero con el declive de la ganadería extensiva también les llegó su momento álgido.
Algunas están en una situación crítica, como el villanuco de las Encartaciones, que apenas llega a haber 50 ejemplares. Otras siguen luchando desde sus comunidades autónomas por ser reconocidas, como es caso del naveño en Extremadura o el ratonero murciano en la región de Murcia, incluso el carea castellano manchego, pero ovejero de toda la vida, que cuenta con el respaldo oficial para su recuperación. Y otras pasaron de ser esenciales en los barcos y puertos a continuar su existencia ya como mascota de los trabajadores en esos puertos pesqueros, como es el caso del perro de agua del Cantábrico.
Lo que sí es cierto es que para que una raza minoritaria y propia de una comunidad autónoma salga adelante, tienen que aunarse los esfuerzos no solo de los propietarios, sino también, y especialmente, de los clubes y los organismos oficiales, que deben llevar al día los libros de registro y controlar la pureza de la raza, para evitar que los cruces incontrolados den al traste con el trabajo de muchos años.
Razas españolas en recuperación o con pocos ejemplares:
Aragón
-Can de chira
Principado de Asturias
-Grifón astur-cántabro
Illes Balears
-Ca de bou
-Ca eivissenc
-Ca de conils de Menorca
Canarias
-Lobito herreño
Cantabria
-Perro de agua del Cantábrico
-Sabueso cántabro
Castilla y León
-Perro leonés de pastor o carea leonés
Castilla-La Mancha
-Perro carea castellano manchego
Extremadura
-Naveño
Galicia
-Perdigueiro galego
-Podenco galego
-Guicho o quisquelo
Región de Murcia
-Ratonero murciano
País Vasco
-Villanuco de las Encartaciones