En la década de los 40 se realizó un estudio en humanos en el que se observó que, tras la administración diaria de 100-200 mg de tiamina diarios, éstos sufrían en menor medida las picaduras de los mosquitos, y unas reacciones dermatológicas menos sintomáticas. Otro estudio demostró que niños que sufrían graves infestaciones por pulgas mejoraban tras la administración diaria de 10 mg de tiamina.
Estos trabajos no contaban con las medidas de control necesarias y no se habían efectuado de una manera rigurosa. Tras la repetición de las pruebas, en las condiciones adecuadas, quedó claro que no había ningún efecto significativo por causa de la administración de tiamina sobre las parasitosis externas.
A partir de la realización de los primeros estudios, muchos profesionales y propietarios comenzaron a poner en práctica la administración de tiamina esperando una mejora frente a las parasitosis externas de los animales. Sin embargo, ningún producto a base de tiamina o levadura de cerveza tiene efecto alguno sobre esta condición. Perros suplementados diariamente con tiamina obtuvieron el mismo recuento semanal de pulgas y mordeduras que perros de un grupo control no suplementado.
Sabemos que su administración oral no es resulta en absoluto nociva para los perros, pues como en todas las vitaminas hidrosolubles, el exceso de vitamina B1 se elimina a través de la orina. Sus efectos sobre diferentes funciones del organismo y en especial en el sistema nervioso son muy importantes, pero ahora también conocemos que, la creencia de que repele a los parásitos externos, es otro de los mitos existentes respecto a la alimentación canina.