En el corazón del Apenino Ligur, donde las cumbres abrazan el cielo y los bosques esconden historias antiguas, se narra Alicone, el Lobo del Monte Boglelio. Un buen gigante, 4 pies de altura, con una capa blanca de nieve prístina que cubre nuestras montañas en invierno.
Alicone no era un lobo ordinario; era un símbolo de fuerza y bondad, un guardián silencioso que custodiaba el campo de los Apeninos del norte de Italia. Su majestuosa figura rara vez se veía, pero su presencia siempre se sintió. Era amigo de los pastores, protector de los vagabundos y compañero de juegos de los niños que se atrevieron a aventurarse en sus dominios.
La leyenda dice que Alicone nació de una nevada particularmente mágica, cuando los arcos bailaron al ritmo del viento creando formas vivas. De ese manto de nieve surgió él, grande y majestuoso, con los ojos que reflejan la luz de las estrellas.

A lo largo de los años, la historia de Alicone se ha convertido en parte del folclore local, un cuento transmitido de generación en generación. Hoy, mientras la nieve cae silenciosamente en el Monte Bogleglio, algunos prometen ver su silueta balanceándose ligeramente a través de los árboles, un recordatorio de que la naturaleza esconde maravillas más allá de nuestra comprensión.