La drástica reducción del número de lobos ibéricos
 hasta la década de los 70 en España tuvo un fuerte impacto biológico, 
ya que buscaron la supervivencia cruzándose con perros, sobre todo los 
pocos que quedaron en Sierra Morena, según una investigación liderada 
por el genetista Óscar Ramírez. Ésta es la conclusión a la que ha 
llegado el biólogo y especialista en genética Óscar Ramírez, autor de la
 primera investigación en la que se ha obtenido el genoma completo de 
cuatro lobos ibéricos, que ha sido financiada en parte por la Fundación 
Zoo de Barcelona.
 
En una entrevista con Efe, Ramírez ha explicado que en la Península Ibérica viven actualmente tres poblaciones de lobos.
 
La
 más numerosa está en el norte del río Duero, que conserva más la 
genética, otra en el sur del Duero, básicamente en Sierra Morena, donde 
quedan pocos ejemplares, y una tercera en el Pirineo, escasa y sin 
grupos reproductores, de lobos que llegaron en 2003 desde los Alpes 
italianos y por tanto con una genética diferente.
Cuando en la 
década de los 70 el lobo fue perseguido y casi extinguido, las 
poblaciones del sur y del norte del Duero quedaron aisladas y la del sur
 prácticamente extinguida, pero a partir de que este animal dejó de ser 
considerado una alimaña y está protegido, volvió a crecer la población 
de lobos en España.
 
Ramírez ha secuenciado el genoma completo de 
cuatro ejemplares de lobo, uno de Sierra Morena que murió en 2001 "que 
podría ser uno de los últimos de aquella zona", uno de Portugal y otro 
de Castilla, ambos pertenecientes a la población del norte del Duero, y 
un cuarto, la loba Penélope, nacida en cautividad en el zoo de 
Barcelona, pero cuyo abuelo fue salvaje.
 
Al comparar la genética 
de los cuatro ejemplares, Ramírez, que investigó en el Instituto de 
Biología Evolutiva (CSIC-UPF) y que actualmente trabaja en la empresa 
VetGenomics SL, ha descubierto que los lobos del sur del Duero han 
sufrido una "introgresión muy alta" de genes de perro, es decir, se han 
hibridado con perros y ha aumentado su homocigosis fruto del cruce de 
ejemplares emparentados.
 
En concreto, el lobo de Sierra Morena, 
matado por un cazador furtivo en 2001, muestra que el 30 % de su genoma 
procede del perro, a pesar de tener un aspecto completamente de lobo.
 
"Al
 quedar pocos lobos en Sierra Morena, unos se cruzaron con perros y 
otros con los híbridos, por lo que hemos encontrado consanguineidad y 
mucha hibridación con perros, de forma que la genética original ha 
variado", ha explicado el biólogo.
 
"Esto no es de extrañar, puesto que la población de lobos del sur del Duero esta prácticamente extinguida", ha razonado Ramírez.
 
Por
 contra, en los lobos del norte del Duero, que representa la población 
de lobos más grande de la Europa occidental, "también hemos encontrado 
señales de hibridación, pero en mucha menor medida y parece ser algo 
ocasional", ha detallado el biólogo genético.
 
"Los valores de 
variabilidad genética presentes en la población del norte son algo más 
bajos de lo esperado, lo que sugiere que los efectos del cuello de 
botella de los años 70 fueron más fuertes de lo que pensábamos, o bien 
la población actual está sobreestimada", ha explicado Ramírez.
 
En
 la Península Ibérica los lobos han cruzado sus genes con los perros, 
aunque en otros lugares del mundo, como en Estados Unidos, donde las 
poblaciones de lobo están más aisladas de los humanos, se han hibridado a
 veces con los coyotes.
 
La otra conclusión del estudio, en el que
 también han participado Rafael Carrasco, Daniel Gómez-Sánchez y Carles 
Vilà, entre otros, es que Penélope, la loba nacida en cautividad, 
conserva la genética del Canis lupus, no presenta hibridación, y sus 
niveles de variabilidad genética son representativos de la población 
salvaje, por lo que en un futuro se podría usar para programas de 
reintroducción si fuera necesario.
 
Según Ramírez, el último censo
 de lobos en la Península Ibérica, efectuado en 1990, indicaba que había
 entre 1.500 y 2.000 ejemplares, la mayoría en el norte del Duero.
 
"Por
 sus niveles de variabilidad genética, algo inferiores a los encontrados
 en otras poblaciones de lobos, ahora creemos que pueden ser menos los 
lobos que hay en la Península Ibérica y sería necesario actualizar el 
censo de lobos a nivel nacional", ha concluido Ramírez.
 
El 
biólogo ha aconsejado que sería bueno facilitar a los lobos que viven en
 el norte del Duero que llegaran al sur para favorecer más variabilidad 
genética, aunque reconoce que se trata de "una especie muy 
controvertida, a los que la propaganda les hace daño".