Los perros poseen un tipo de memoria asociativa basada en que su aprendizaje siempre se fundamenta en los hábitos y la repetición. Como consecuencia de su estrecho vínculo con la familia, los perros (sobre todo en el medio urbano) han llegado a ser capaces de reconocer hasta el más mínimo de nuestros gestos en determinadas situaciones. Por el tono de nuestra voz detectan nuestros estados de ánimo y adaptan su comportamiento a estas situaciones, es decir `reúnen y almacenan´ esta información cotidiana y repetitiva para responder a ella, de tal manera que reconocen cuándo es la hora de la comida, si cogemos su toalla saben que es la hora del baño, en cuanto tocamos su correa se ponen contentos por que saben que van a pasear y así con las situaciones que perciben todos los días y que para nosotros constituye la base de su educación.
En el medio salvaje los animales se ven obligados a `memorizar´ lugares y situaciones para su propia supervivencia, para nuestros perros esta `memoria espacial y sensorial´ les es útil para relacionarse con su familia y con el entorno.
La memoria a largo plazo de los perros se la proporcionan sus sentidos
Las personas podemos recordar sucesos y hechos concretos acaecidos hace mucho tiempo, evocar las emociones que nos produjeron y tomar decisiones razonadas en base a ello; la mayoría de los expertos opinan que la mente de los perros no funciona exactamente así ya que, aunque ellos carecen de este complejo `proceso intelectual´, sí gozan de una memoria asociativa algo más básica pero muy efectiva: por ejemplo desconocen el significado de una feria o verbena, pero en cuanto oyen los ruidos de cohetes y petardos saben que es una experiencia desagradable para la mayoría de ellos.
De la misma manera, `reconocen´ por los olores y tonos de voz a personas que han sido afectuosas con ellos y a las que no, y eso les permite reaccionar en consecuencia. Esta eficaz memoria sensorial les faculta para asociar entornos que les evocan sensaciones placenteras y confiables para ellos o lugares que rechazan por fobia o alguna experiencia traumática.
Según la experiencia de muchos propietarios, los perros sí gozan de una memoria a largo plazo a tenor de las vivencias que comparten; por ejemplo, si el perro experimenta algo nuevo en un lugar determinado de una ruta habitual, cuando vuelve a pasar por el mismo lugar, aunque hayan pasado varios días o incluso meses, la recuerdan y vuelven a interesarse y buscar en el mismo lugar para revivir aquello que experimentaron: mirar hacia lo alto de un árbol donde hicieron subir a un gato, volver a buscar en el mismo matorral donde vieron un conejo, acercarse a la verja de la casa donde `saben´ que vive otro perro amigo (aunque no esté), por ejemplo. Y siempre recuerdan las experiencias desagradables para ellos.
Tenemos múltiples ejemplos de cómo la memoria olfativa y espacial de los perros es sumamente útil para el aprendizaje y entrenamiento de actividades beneficiosas para el bien común, como los perros que poseen las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado para detectar estupefacientes, explosivos, perros rescatadores para localizar personas sepultadas (tanto vivas como fallecidas) en situaciones de emergencia y catástrofes, canes detectores de billetes de curso legal o los perros localizadores de acelerantes, conocidos como `perros DAF´ (Detectores de Acelerantes del Fuego): estos perros trabajan en busca de sustancias acelerantes del fuego, un acelerante es cualquier sustancia o mezcla que acelera el desarrollo y la escalada de fuego (como gasolina, alcohol, disolventes, barnices, queroseno, gasoil, acetona, aguarrás o cualquier otra sustancia de esta naturaleza) con el fin de determinar si un incendio ha sido provocado o accidental.
Estos perros `de servicio´ reciben su entrenamiento desde muy jóvenes para potenciar la habilidad de su capacidad olfativa, y así aprenden y memorizan pautas de actuación que repetirá cada vez que se les soliciten.
De todos es bien conocido la capacidad (una vez entrenados) de los perros para buscar trufas en el medio rural.
Siempre se ha recomendado que si llegamos a casa y vemos que nuestro perro ha destrozado la alfombra o nuestros zapatos no sirve de nada reprochárselo horas más tarde y es totalmente cierto; la memoria de los perros a corto plazo es escasa, pasados unos segundos tras cometer la `trastada´, ya no la recordará. Esto se aplica también en la educación de los cachorros para hacer sus necesidades en un lugar concreto en casa: si no se les sorprende in fraganti, el cachorro no comprenderá el motivo de nuestro enfado.
La memoria episódica de los perros ¿tienen recuerdos?
No los elaboran exactamente como nosotros lo haríamos (por una sucesión de imágenes asociadas a algo), pero en cierto modo sí, en la mayoría de ocasiones provocados por su `memoria olfativa´, por ejemplo, un perro es capaz de reconocer a su propietario o a cualquier persona querida después de haber pasado largo tiempo sin verla, básicamente `recuerda´ su olor y el timbre de su voz.