Alrededor de 1870 realizó sus obras más conocidas, centrándose en la temática de gatos juguetones de largo pelaje en ambientes burgueses. Su arte fue considerablemente popular. Continuó también pintando perros, como por ejemplo los perros falderos de María Enriqueta de Austria y de la princesa María de Hohenzollern-Sigmaringen. Ronner-Knip también expuso sus obras en el Palace of Fine Arts en la Exposición Mundial Colombina de Chicago de 1893, pese a que cuando el modernismo comenzó a ganar más terreno y sus trabajos comenzaron a ser llamados «poco inspiradores y conservadores».
En 1887, recibió la Orden de Leopoldo y, en 1901, se convirtió en miembro de la Orden de Orange-Nassau. Su hijo Alfred y sus hijas Alice y Emma también se convirtieron en artistas.
En sus últimos años vivió en una casa con un amplio jardín en la que recogió perros, gatos y loros que luego utilizaba como modelos. Ronner-Knip murió en 1909 en Ixelles (Bélgica).