El comienzo de los años 70, tras una vida llena de gatos, marcó una nueva era en los hábitos de cuidado de mascotas de Warhol cuando, en 1973, su novio Jed Johnson lo convenció de tener un perro. Esto resultó en un cachorro dachshund de pelo corto de color marrón oscuro llamado Archie, de quien Warhol pronto se enamoró. El cineasta, productor y miembro del círculo íntimo de Warhol Vincent Fremont recuerda: "Andy llevó a Archie a su estudio, a inauguraciones de arte y al restaurante Ballato's en Houston Street... Archie siempre estaba en el regazo de Andy, comiendo trozos de comida que le pasaban [y] siempre estuvo cuidadosamente escondido debajo de la servilleta de Andy en caso de que pasara un inspector de salud del restaurante”.
Un par de años más tarde, Warhol y Johnson decidieron expandir su clan, adquiriendo otro perro salchicha (marrón claro, de pelo corto), Amos , para hacerle compañía a Archie. "A diferencia de Archie, que disfrutaba de la compañía de la gente y era muy sociable, Amos era más como un perro normal", recuerda Fremont. En esta etapa, Warhol dejó de sacar a sus perros a la ciudad, feliz de saber que se entretendrían en casa.
En 1976, mientras pintaba un retrato de Ginger, el cocker spaniel del coleccionista de arte y magnate de los periódicos Peter Brant, Brant y el gerente de Warhol, Fred Hughes, tuvieron la idea de que Warhol debería exhibir una serie completa de pinturas y dibujos de gatos y perros. A Warhol le gustó la idea "porque podría abrir una nueva área para los retratos por encargo" y se dispuso a realizar la tarea.
El penetrante sentido de la expresión transmitido a través de los retratos de gatos y perros de Warhol, cada uno tan individual como si fueran humanos, es un testimonio del gran amor de Warhol por sus animales favoritos. En los últimos años del legendario excéntrico, vivió solo en un edificio de cinco pisos, rodeado de antigüedades, arte, cajas de pelucas, copiosas cantidades de tarros de galletas, en compañía de sus dos preciados perros salchicha en miniatura.