A diferencia de otros animales y de ti, el gato tiene una membrana llamada “tapetum lucidum”, que permite reflejar la luz una vez que ésta ya ha traspasado la retina, de forma que, a diferencia del ser humano, el felino puede absorber la luz dos veces. Es precisamente gracias a este tapetum lucidum por lo que cuando enfocas con una luz a tu gato en la oscuridad sus ojos brillan. Pero es que, además, tu gato cuenta con dos tipos de células sensibles a la luz en su retina: son los conos y bastones. En la oscuridad las células que trabajan son los 25 bastones que hay en cada cono. Para que te hagas una idea, tú tan sólo tienes cuatro.
Tu gato tiene un campo visual mucho más amplio que el tuyo, que le permite observar cualquier movimiento lateral que se produzca. Su visión periférica está mucho mejor desarrollada. Sus campos de visión están superpuestos, permitiendo una zona de visión binocular simultánea que su cerebro procesa perfectamente. Es justo esto lo que les permite saltar sobre su presa a toda velocidad. Lo que tu gato no ve, y lo mismo le pasa al perro, es la gama cromática como tú.
En cuanto a la audición, el umbral máximo del gato es de cincuenta mil ciclos por segundo, haciéndolos sensibles a sonidos que el ser humano no alcanza a captar.
Para marcar el territorio recurren al olor, que les sirven para lanzar advertencias a otros animales, al tiempo que les permite identificar a los extraños y reconocer a los miembros de su grupo, tú incluido. El olor también le sirve al gato para elegir qué comida le gusta y cuál no. Por eso olvídate de esconder sus medicinas dentro de un sabroso bocado. Lo detectará al momento. Este es también el motivo por el cual se cansa de comer siempre lo mismo o que se niegue a cambiar de pienso por más que tú te esfuerces. También causa que cuando esté enfermo deje de comer. En los gatitos recién nacidos este sentido se desarrolla el segundo día tras su nacimiento, de forma que reacciona negativamente a olores que le resultan desagradables, al tiempo que le permite encontrar a mamá para comer. Su sentido del olfato está tan desarrollado que eligen incluso su pezón favorito, guiados por el olor.
El olfato del gato se compone de la cavidad nasal, recubierta por una mucosa llena de terminaciones nerviosas que convierten, a través del sistema nervioso central, en un estímulo nervioso. Su cavidad nasal, además, tiene dos aberturas recubiertas por una sustancia dura conocida como “trufa”, que puede dilatar para elevar la nariz en dirección al viento y captar mejor los olores.
Dentro de la nariz se encuentran los cornetes cartilaginosos recubiertos de terminaciones nerviosas, que le permiten llegar a olfatear hasta a cuarenta centímetros cuadrados a su alrededor. El olfato de tu gato es catorce veces más sensible que el tuyo. De hecho, tu compañero te reconoce por el olor mucho más que por la vista. Piensa que posee doscientos millones de células olfativas, mientras que tú tan solo tienes cinco. Además, dentro de su cerebro, el espacio reservado al olfato es mayor que el tuyo. Todo esto se ve completado con el órgano de Jacobson (un médico holandés que lo descubrió hace ya más de dos siglos) o vomeronasal, que se encuentra en la parte interior y superior de la boca, que le facilita que, una vez recogidos los olores del aire sobre la lengua, los pueda “saborear”. Así de exquisito es él. La conexión con su cerebro se lleva a cabo a través de áreas de su hipotálamo.
El tacto es otro de los sentidos a los cuales el gato es extremadamente sensible. Si tiene algún problema de visión, tu gato utilizará sus bigotes y pelos como sensores. Las almohadillas plantares juegan en esto un papel fundamental.
En cuanto al gusto, qué te voy a contar. Es de lo más selectivo y exquisito. Los gatitos recién nacidos tienen el gusto muy desarrollado, aunque lo irán perdiendo a medida que vayan creciendo. De ahí que a veces un gato adulto muestre poco interés hacia los alimentos que le ofreces. Sus papilas gustativas se encuentran en la punta, lados y base de la lengua, pero no son sensibles en absoluto al dulce. Su lengua, recubierta de terminaciones nerviosas, es tan rasposa, por otra parte, porque la utilizan para sujetar a sus presas y para el lavado, además de para beber agua.
“Sexto sentido”
Durante años los expertos han planteado la posibilidad de la existencia del “sexto sentido felino”, una teoría que sugiere que los gatos tendrían una especie de GPS integrado que les ayuda siempre a saber regresar a su hogar. Lo que en otras palabras significa: un sentido de la orientación sublime. Es cierto que hay muchos experimentos y datos que lo confirman pero aún no es algo contrastado científicamente.