La raíz del problema está en el alimento. El aumento de la temperatura del mar altera las corrientes y reduce la disponibilidad de peces y kril, clave en la dieta de los leones marinos. En consecuencia, muchos ejemplares llegan desnutridos a las costas o mueren antes de alcanzar la madurez. Lo que antes era un espectáculo de vida y energía en las costas de California y Baja se ha convertido en una señal de alarma ecológica. Verlos nadar aún libres en Los Islotes es, hoy más que nunca, un recordatorio de la fragilidad de los ecosistemas marinos frente a los cambios del clima.

