Investigadores sugieren que los europeos primitivos
se ayudaron de los primeros canes domesticados para cazar grandes
animales de forma masiva
En el centro y este de Eurasia existen espectaculares yacimientos arqueológicos con un extraordinario número de restos de mamuts, incluso de cientos de individuos, de entre 45.000 y 15.000 años de antigüedad. Algunos de estos misteriosos cementerios
albergan chozas construidas con huesos de estos animales extintos en
complejos patrones geométricos, así como montones de huesos
descuartizados. Los científicos creen que semejante matanza conjunta no
puede ser producto de un violento episodio natural, hipótesis que
contribuye a reforzar la presencia de vestigios humanos. Es más probable
que fueran los cazadores de la época quienes ejectuaron las muertes
pero, ¿cómo lo hicieron? Sus armas no permitían acabar con tantos
animales y tan grandes. Investigadores de la Penn State University
creen que no actuaron solos, sino que recibieron una valiosa ayuda de
los primeros perros domesticados.
«Uno de los mayores enigmas de estos yacimientos es cómo un número tan grande de mamuts
pudo haber sido aniquilado con las armas disponibles durante esa
época», dice Pat Shipman, responsable de la investigación. Estudios
previos habían establecido similitudes entre los restos de mamuts
encontrados en estos yacimientos y los restos de elefantes modernos
muertos por la caza o por desastres naturales. Según Shipman, «algunos
de los patrones de mortalidad de estos mamuts encajan con los de las
muertes naturales de elefantes actuales, por sequías o por armas
modernas capaces de acabar con familias enteras de elefantes de una sola
vez».
Este hallazgo sugiere, continúa la investigadora, que en
aquella época los humanos idearon una novedosa y eficiente técnica de
caza de animales muy grandes, cuyo uso se extendió, lo que podría
explicar la presencia masiva de huesos de mamuts en yacimientos de
Europa. ¿Cuál era ese método?
La clave para que Shipman formulara su hipótesis es un
trabajo reciente realizado por un equipo del Real Instituto Belga de
Ciencias Naturales, que descubría evidencias de que algunos de los
grandes carnívoros hallados en esos yacimientos eran los primeros perros domesticados y no lobos, como se había asumido recientemente.
Caza más eficaz
Shipman cree que los perros ayudaron a los cazadores «a
encontrar presas más rápido y más a menudo. Los perros también pueden
rodear un gran animal y mantenerlo en su lugar a base de gruñidos
mientras los cazadores se acercan. Ambos efectos podrían aumentar el
éxito de la caza». Por otra parte, «los perros grandes bien pudieron
ayudar a llevar las presas a casa o a proteger a los cazadores de otros
carnívoros, para que pudieran acampar en los sitios de caza sin
peligro», explica. Además, «si los cazadores que trabajan con perros
capturan más presas, tienen una mayor ingesta de proteínas y grasas y un
menor gasto de energía, por lo que su tasa de reproducción es probable
que aumente».
Anthropos Museum
Un
hueso, probablemente de mamut, colocado en la boca de un perro de hace
27.000 años después de su muerte. Un trato mortuorio especial quizás por
su papel en la caza
Otra característica inusual de estos grandes sitios de
matanzas de mamuts es la presencia de un número extraordinario de otros
depredadores, en especial de lobos
y zorros. «Tanto los perros como los lobos están muy atentos a la
presencia de otros carnívoros relacionados -los cánidos- y defienden sus
territorios y alimentos con fiereza», apunta Shipman. «Si los humanos
cooperaban y vivían con perros o lobos domesticados, incluso semi
-domesticados, es normal encontrar restos de los lobos salvajes
aniquilados».
Otros dos tipos de estudios han arrojado datos que, al
parecer, apoyan la hipótesis de Shipman. Investigadores de la
Universidad de Tubingen en Alemania llevaron a cabo un análisis
isotópico de los restos de los lobos y supuestos perros en el yacimiento
checo de Předmostí. Encontraron que los individuos identificados como
perros tenían dietas diferentes de los identificados como lobos, lo que
posiblemente indica que fueron alimentados por seres humanos. Además, el
análisis del ADN mitocondrial por la Universidad de Turku en Finlandia
muestra que los individuos identificados como perros tienen una firma
genética distintiva que no es conocida en cualquier otro cánido. «Dado
que el ADN mitocondrial es portado solo por las hembras, este hallazgo
puede indicar que estos cánidos no dieron lugar a los perros domésticos
modernos y eran simplemente un grupo peculiar, extinto de los lobos»,
dice Shipman. «Alternativamente, puede indicar que los primeros humanos
domesticaron a lobos como a perros, pero cruzaron a las hembras de los
cánidos con machos de lobo salvaje, por lo que el linaje del ADN
mitocondrial femenino distintivo se habría perdido».
A medida que se recoga más información sobre los fósiles de
cánidos de hace entre 45.000 y 15.000 años, la hipótesis de perros de
caza de Shipman cobrará más fuerza. «Si hay más de estos cánidos
distintivos, similares al perro, en grandes yacimientos, acompañados de
un número inusualmente alto de mamuts y lobos, si esos cánidos son
consistentemente grandes y fuertes y si sus dietas difieren de las de
los lobos.... entremos podremos afirmar que los perros son realmente el
mejor amigo del hombre».