Dos lobos se dejan ver relajados entre los brezos, ajenos a los visitantes,
 que, en total silencio, observan la escena con telescopios desde una 
ladera a unos 900 metros de distancia. La contemplación es nítida en 
esta mañana primaveral en la sierra de la Culebra (Zamora) y regala 
sucesivas apariciones de los dos animales, hasta que finalmente 
se esconden tras un castaño seco, como si quisieran dar por terminada su
 exhibición. Cientos de visitantes, pertrechados con equipos 
fotográficos y potentes prismáticos, acuden cada año a esta sierra, el 
epicentro de una práctica turística que persigue observar lobos y 
facilitar la inmersión en una naturaleza salvaje en la que pervive el 
gran carnívoro. 

                    El turismo de naturaleza y de observación de 
lobos empieza a consolidarse en Castilla y León como punta de lanza de 
una actividad que va camino de hacer cambiar la percepción social sobre 
este animal. Hasta ahora, al norte del Duero, la caza era la manera 
normal de relacionarse con este animal. Pero la aparición de casas 
rurales y guías profesionales que ofrecen avistamientos de lobos está 
cambiando los esquemas y refuerza la posición de los partidarios de la 
plena conservación del lobo (sólo está protegido al sur del Duero). 
 
La sierra de la Culebra, integrada por 12 municipios
 en el extremo noroccidental de Zamora, es una reserva regional de caza.
 Anualmente, aquí, se celebran subastas para matar ocho lobos, lo que 
permite generar ingresos a los ayuntamientos (dentro de un plan de la 
Junta para cazar un total de 140 lobos al norte del Duero). Pero, a la 
vez, esta sierra es uno de los escenarios preferidos por los cazadores de fotos
 de fauna salvaje. Entre 10 y 11 manadas se mueven en estas laderas de 
suelos envejecidos y erosionados donde menudean los pinos y robles que 
se alían con los brezos para camuflar al lobo (que se alimenta de 
ciervos, corzos o jabalíes, lo que amortigua la depredación sobre el 
ganado).
                    "En esta zona, hay un enorme potencial para el 
turismo de naturaleza, que puede ser un gran aliado de la economía 
local", explica Javier Talegón, un biólogo que promueve la observación 
de los lobos desde la empresa Llobu y que divulga una cultura lobera que
 ha dejado rastros. El relieve favorable del suelo junto con la 
vigilancia de la guardería forestal facilitan los avistamientos.
 
                    El resultado es que el turismo de naturaleza ya 
produce más ingresos que la caza del lobo en la sierra de la Culebra. 
Hoteles y restaurantes generan unos 400.000 euros al año (a lo que se 
debe sumar la venta de alimentos, productos tradicionales y recuerdos) 
mientras que la caza del lobo deja sólo unos 40.000 euros. En 
Villardeciervos, hace tres semanas, se subastaron dos lobos (pagados a 
razón de 5.000 euros por cabeza) así como otros ungulados en una jornada
 de gran tensión social porque crece la oposición a cazar el lobo.
                    "La gente de la zona ve con buenos ojos el turismo 
de naturaleza", sentencia Talegón, convencido de que esta actividad debe
 regularse para que sea compatible con la conservación (falta 
señalización, profesionalización, evitar aproximaciones excesivas a las 
camadas...). Pero compatibilizar caza y turismo resulta complejo, dada 
la falta de regulación. Incluso se han dado casos de turistas que se han
 visto sorprendidos por los disparos de cazadores apostados cerca de los
 lugares de observación del lobo. 
 
"Nosotros vemos los lobos cada día; la observación 
del lobo está garantizada con un 70% de probabilidades, y en verano, con
 un 90%", explica Antonio Herrero, que organiza excursiones e 
itinerarios para ver al carnívoro (empresa de turismo activo Aherca en 
Villardeciervos). Herrero vivía con su mujer, Laura Beltrán, en Sant 
Joan Despí hasta que ambos decidieron cambiar de casa y vivir más cerca 
de los lobos.
                    Herrero se considera un amante de los lobos; pero es
 pragmático. "No me gusta que se mate a estos animales, pero hay que 
admitir que la caza deja ingresos al Ayuntamiento. Para convencer a la 
gente de que hay que dejar la caza, hay que darles una alternativa 
económica. Y para mí, el turismo de naturaleza lo es", expone.
                    Este empresario sostiene que para que el turismo de 
naturaleza se convierta en una verdadera prioridad social es necesario 
que el Ayuntamiento de Villardeciervos perciba también que esta nueva 
actividad es rentable, pues ahora los beneficios económicos sólo 
proceden de la caza. Por eso, propone que parte de los beneficios del 
turismo también revierta al Ayuntamiento en forma de una tasa por 
estancia.
 
  
                    Jorge Echegaray, consultor independiente, sostiene, 
por su parte, que es una incongruencia que en una zona tan visitada para
 observar lobos se permita la caza. Juzga ambas actividades 
incompatibles. "La sierra de la Culebra se debería llamar parque 
nacional del Lobo", dice gráficamente. No ve lógico que el mismo espacio
 físico sea compartido por cazadores y turistas. "Esto es algo que no 
pasa en ningún país del mundo", sentencia. Otras zonas de Castilla y 
León (como Riaño) tienen esa misma doble frecuentación. "Que haya zonas 
en donde se cace el lobo y, a la vez, haya turistas me parece 
pintoresco. Ambas actividades son incompatibles", dice Carles Vilà, 
investigador experto en genética evolutiva y de la conservación del 
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Vilà recuerda 
que la caza puede desestructurar el grupo y modificar el comportamiento 
de los ejemplares supervivientes. "Cazar un lobo que sirve de reclamo 
turístico es una contradicción, pues si se mata desaparece una fuente de
 ingresos", explica el investigador. 

 
 
                    Este experto destaca, no obstante, que la situación 
que se da en la sierra de la Culebra demuestra que hay lugares (ya sea 
por sus características geográficas, por la presencia de especies 
salvajes que pueden servir de presa o por el limitado impacto del lobo 
sobre la ganadería) aptos para difundir los atractivos vinculados al 
lobo. "Este es un buen ejemplo de que si se dan las condiciones, la 
naturaleza puede generar importantes ingresos".
                    Vilà indica que el lobo tiene un papel ecológico 
clave, pues regula la superpoblación de herbívoros (ciervos, corzos...),
 permite conservar sus poblaciones más sanas y proporciona alimento (la 
carroña residual) a otras especies (como mamíferos o aves).
                    "Rechazo la caza del lobo. Vale más el lobo vivo que
 el lobo muerto. En todo caso, se puede aceptar controles del lobo si 
hay algún ejemplar fugitivo o si causa problemas a la gente. Pero el 
espectáculo de las subastas de lobos (en Villardeciervos) es casposo y 
viejo", dice convencido José Fernández, alcalde de La Puebla de Sanabria
 (PSOE), el segundo municipio en extensión en la sierra de la Culebra. 
Convencido de que el hombre y el lobo se necesitan, Fernández dice que 
la conservación del gran carnívoro debe ser una prioridad "si queremos 
que este animal sea un símbolo de la lucha contra la despoblación" en 
estos pueblos zamoranos y ayude a fijar a sus habitantes. 
 
                    ¿Resta la caza una mayor presencia de turistas? "Si 
no hubiera la actividad cinegética, los lobos se verían mejor, pues se 
acercarían más a la especie humana. Además, el hecho de que se mantenga 
la caza en un lugar como este hace que en mucha gente el rechazo a la 
caza aumente", dice Theo Oberhuber, experto en conservación de 
Ecologistas en Acción. Esta entidad propone incluir el lobo en el 
catálogo español de especies amenazadas para que no sea especie 
cinegética en ninguna comunidad autónoma.
Escrito por Antonio Cerrillo en La Vanguardia