En la antigua India, los perros también fueron muy valorados. El perro paria de la India, que aún existe en la actualidad, es considerado por muchos como el primer perro verdaderamente domesticado de la historia, y el más antiguo del mundo (aunque esto ha sido cuestionado). Cabe destacar que la gran historia cultural del Mahabharata (ca. 400 a.C.) menciona un perro, que pudo haber sido uno de esos perros paria.
Hacia el final de la épica, se relata la historia del rey Yudisthira, muchos años después de la Batalla de Kurukshetra, quien hace un peregrinaje hacia su destino final. En el viaje, es acompañado por su familia y su fiel perro. Uno a uno, los miembros de su familia perecen en el camino, pero su perro permanece a su lado. Cuando finalmente Yudisthira llega a las puertas del paraíso, es bienvenido gracias a la buena y noble vida que ha vivido, pero el guardián de la entrada le dice que el perro no puede pasar. Yudisthira se sorprende de que una creatura tan leal y noble como su perro no pueda ser recibida en el cielo, y prefiere permanecer en la tierra con su perro, o incluso ir al infierno, a entrar a un lugar que excluya a su perro.
El guardián de la entrada entonces le dice a Yudisthira que esa era la última prueba de su virtud y que, desde luego, el perro también es bienvenido. En algunas versiones de ese relato, en este momento el perro se revela como el dios Vishnu, el preservador, que había estado cuidando de Yudisthira toda su vida, hecho que vincula la figura del perro directamente con la divinidad.
El perro en China
La Antigua China tuvo una relación interesante con los perros. Éstos, junto con los cerdos, fueron los primeros animales en ser domesticados ahí (ca. 12000 a.C.), y fueron usados para la caza como compañía. También fueron utilizados, desde los inicios, como fuente de alimento y como sacrificios. Hay antiguos huesos proféticos (que eran huesos de animales o caparazones de tortugas usados para predecir el futuro) que mencionan repetidamente a los perros tanto como buenos augurios como malos presagios, dependiendo de cómo, en qué condición y bajo qué circunstancias eran vistos.
La sangre de un perro era un componente importante para cerrar acuerdos y jurar lealtad, pues se pensaba que los perros habían sido otorgados a los humanos como un regalo del cielo, y por ello su sangre era sagrada. Los chinos honraban a los perros por ser un regalo divino, pero entendían que los dioses se los habían regalado con un propósito: el de ayudarlos a sobrevivir, proveyéndolos con comida y sangre para sacrificios.
En cierto tiempo, los perros eran matados y enterrados frente a un hogar, o ante las puertas de una ciudad, como protección contra las enfermedades o la mala suerte. Con el tiempo, las figuras de perros de paja reemplazaron a los perros verdaderos cuando la práctica de sacrificarlos se volvió menos popular. Se creía que la enfermedad o mala fortuna que amenazaba una ciudad o un hogar, igual podía ser fácilmente engañada con la figura de paja, de la cual huiría tal y como lo haría con un perro real. Es posible que la tradición de colocar una estatua o imagen de un perro frente a una casa venga de esa costumbre de enterrar un perro de paja como protección contra el mal.