Sabemos que, implementando algunos ajustes en nuestros hogares, podríamos generar unos entornos más interesante y adecuado para los gatos. Desafortunadamente, estos cambios, no siempre son posibles y hay veces que no son suficientes. En estos casos tenemos una opción adicional para comunicarnos con los felinos: Las feromonas.
Las feromonas son mensajes químicos naturales que los animales utilizan para comunicarse entre ellos y con el resto del mundo. Estos mensajes pueden tener diferentes objetivos, como, por ejemplo:
Transmitir que una zona es segura y puede estar relajado y feliz. Cuando un gato frota su cara con las personas, los muebles… está depositando unas feromonas que liberan un mensaje de felicidad. Cuando el gato detecta estos mensajes, se siente seguro.
Aportar armonía. Se trata de mensajes que tranquilizan. Se liberan en la zona de las mamas, tras el parto. Con esta feromona la gata consigue que los gatitos se sientan bien cuando están juntos. Favorece la convivencia en grupo y sabrán que están juntos, están seguros.
Marcar los límites del territorio. La defensa de sus dominios está en la naturaleza de los gatos. Cuando un felino araña zonas visibles, está diciendo que ese es el límite de su territorio. También puede indicar que detecta un peligro y que puede llegar por esa zona. A demás de marcar con arañazos verticales, puede marcar la zona con orina. En este caso veremos una mancha de orina en una superficie vertical. No es como cuando vemos que ha hecho pis, es menos cantidad y para depositarla hace un gesto particular, es casi como si la pulverizase contra la pared o el mueble.
Las dificultades de un gato en un entorno doméstico.
Los gatos se enfrentan a multitud de retos al vivir en un piso, una casa o, en general, cualquier entorno humano.
Nuestro estilo de vida va a veces en contra de su naturaleza donde, la estabilidad y el control, son dos de los motores para su bienestar.
Identifiquemos los “retos” más frecuentes para los gatos:
Las visitas en casa: amigos, familiares… cualquier persona desconocida trae olores, ruidos, se sienta en sus zonas preferidas… y activa el estrés felino.
Los cambios de muebles, de decoración o las reformas, son también una fuente de malestar para un animal que adora que su entorno sea predecible y rutinario… y que además, se orienta por los mensajes que ha dejado en otros muebles y que ahora han cambiado de sitio o directamente han desaparecido.
Las mudanzas. Humanos y gatos podemos estar de acuerdo en esto, cambiar de casa es un proceso que a veces roza lo traumático.
Incluso las alteraciones más pequeñas, que pueden pasar inadvertidas para nosotros, pueden generar estrés y provocar que los gatos reaccionen:
Marcando con orina
Arañando en los muebles de la casa
Escondiéndose más de lo normal
Generando conflicto entre los gatos que viven juntos
¿Y si las feromonas se pudieran usar para mejorar la calidad de vida de nuestros gatos?
En 1995, Laboratorios Ceva y el IRSEA, abrieron un nuevo campo en la historia de la medicina veterinaria. Con la intención de aprovechar este tipo de señales naturales para que los gatos domésticos mejorasen su calidad de vida, se crea el primer producto de feromonas felinas.
Hasta ese momento las feromonas eran patrimonio casi exclusivo de los entomólogos, que ya habían estudiado la comunicación química entre insectos. Los veterinarios conocían las feromonas sexuales de cerdos, caballos y perros, pero no existían soluciones funcionales para el control del comportamiento en mamíferos.
El problema al que se enfrentaba la ciencia era ser capaz de producir feromonas sintéticas sin poder identificar químicamente la secreción.
Gracias a la experiencia de diferentes equipos de investigación, se consiguió estimular el marcaje facial de los gatos, pero aun así seguía sin existir un método estándar para recoger las secreciones y obtener las muestras de alta calidad necesarias para la cromatografía de gases/masas (GC-MS), que es el método necesario para la determinación de la estructura química de la feromona.
Con un arduo trabajo se superó este escollo, pero todavía quedaban diferentes problemas: ¿Cómo asegurarnos de que se identificaban los compuestos adecuados? Las secreciones faciales de los gatos liberadas en el marcaje contenían diferentes compuestos, desde secreciones sebáceas, hasta péptidos como el alérgeno felino Fel d 1.
La manera de generar una feromona sintética funcional fue decodificar el mensaje, identificar su composición y verificar su eficacia. Basados en este proceso, Ceva consiguió replicar las secreciones nativas. Un proceso, casi, como el de un loro que repite las palabras que su amo pronuncia. Se repetía lo que se había aprendido del lenguaje químico felino, hasta que se conseguía un producto funcional que activaba los receptores vomeronasales 1 (V1R), y se lograba transmitir el mensaje deseado al cerebro del felino.
De crear feromonas que replican el lenguaje de un gato, a poder “hablar felino”.
El siguiente paso, una vez logrado replicar el lenguaje de feromonas de un gato, era “hablar felino”. ¿Sería posible transmitir otros mensajes diferentes?
El proyecto de análisis a gran escala de las secreciones felinas que Ceva llevó a cabo ofreció diferentes conclusiones. Una de ellas era que la lista de compuestos posibles para producir las feromonas era limitada, un “alfabeto” simple.
El equipo del IRSEA descubrió que la proteína Fel d1 es un portador de feromonas, comparable a algunas proteínas halladas en roedores. Así se tuvo acceso al “sobre” que llevaba el mensaje de la feromona felina, aunque, al contrario que los sobres postales, esta proteína se unía específicamente a su contenido, una suerte de filtro que seleccionaba los mensajes que se intentaban crear. Más investigación, hasta que se encontró la clave para “hablar felino”, la piedra Rosetta de las feromonas felinas: el entendimiento de las estructuras de los receptores vomeronasales.
El genoma del gato está descrito y se encuentra disponible en bancos genéticos. Gracias a métodos bioinformáticos es posible, desde la secuencia de los genes, construir una representación 3D de diferentes proteínas, incluyendo los receptores vomeronasales V1R.
El equipo de Ceva descifró por primera vez la estructura del V1R felino en 2017, un estudio publicado en 2019. Tener acceso a esta información hizo posible estudiar el enlace de los compuestos de feromonas sintéticas con estos receptores. Es decir, en la práctica, se podía prever en estudios de laboratorio qué eficacia iba a tener una feromona química sin necesidad de experimentar con animales.
Aunque, por supuesto, los gatos son siempre los evaluadores finales y los que deciden si un producto funciona o no.