Cuando un cachorro nace y empieza a dar sus primeros inciertos pasos en el mundo, no podemos saber cómo será su desarrollo y en qué perro se convertirá de adulto. Sin duda la genética jugará un papel importante, pero las experiencias y las vivencias serán los factores realmente determinantes en su desarrollo. Es aquí que podemos decidir su destino.
Nacimiento del cachorro y el desarrollo de los sentidos
Las primeras experiencias del cachorro pueden influenciar toda su vida futura. Ya en el periodo del desarrollo fetal, factores externos, sobre todo alimentarios y sanitarios de la madre, pueden afectar a la correcta evolución del sistema nervioso y, en última instancia, al carácter y a la forma de reaccionar del cachorro y del adulto. Proporcionar a la madre un ambiente tranquilo puede ayudar a que el proceso de crecimiento del feto sea más armonioso y equilibrado. Mucho estudio y mucho trabajo queda para que podamos descubrir estos delicados equilibrios en una fase, la de feto, que aún esconde fascinantes misterios.
Después del nacimiento debemos considerar que el cachorro ya demuestra capacidades de aprendizaje, compatiblemente al desarrollo de su cerebro y de sus sentidos que van perfeccionándose en los periodos sucesivos. Por ejemplo el encéfalo crece durante las primeras cuatro semanas de vida, pero las estructuras más complejas de la corteza cerebral, empiezan a desarrollarse a las cuatro semanas de vida y siguen haciéndolo cuando el cachorro tiene varios meses. De hecho, hasta las cuatro semanas, el cachorro puede aprender asociaciones simples y bastante lentamente, nada en comparación con el desarrollo después de las cuatro semanas.
La maduración de los sentidos representa un punto fundamental para que el cachorro pueda empezar a relacionarse con el ambiente.
Se suele dividir los periodos de desarrollo del cachorro en fases:
1.- periodo prenatal (desde la concepción hasta el parto)
2.- periodo neonatal (desde el nacimiento hasta los 12 días)
3.- periodo de transición (desde los 12 días a los 21)
4.- periodo de socialización (desde los 21 días a los 3 meses)
5.- periodo juvenil (desde los 3 meses hasta la pubertad)
6.- periodo de madurez (desde la pubertad hasta la vejez)
7.- periodo de vejez
Los periodos de la vida del cachorro y su importancia en el desarrollo del carácter
A partir de cuando los cachorros tienen la posibilidad de interactuar con el ambiente, empieza su aprendizaje que será fundamental para el desarrollo de su comportamiento en su vida futura.
Ya durante el periodo neonatal, algunos estudios demuestran que el cachorro puede ser influenciado positivamente a través de unas manipulaciones neonatales.
Los animales que han experimentado manipulación neonatal muestran una maduración más rápida del sistema nervioso central, abren los ojos a una edad más temprana, crecen más deprisa y muestran una mejor coordinación motora, además de ser más resistentes a algunas enfermedades. Esto se traduce, en el adulto, en una mejor capacidad de aprendizaje y resistencia al estrés y a la frustración. Estos animales son más equilibrados y se desarrollan correctamente, reaccionando de forma manos “emocional”. Tienen un comportamiento exploratorio más desarrollado, demostrando menor respuesta de miedo en ambiente desconocido. Por esta razón en algunos criaderos se ponen en marcha planes de manipulación estandarizados.
Durante el periodo de transición los cachorros empiezan a ver y oír. Empiezan a jugar y a interactuar con su madre y los hermanos. Aunque aún tomen leche materna, empiezan a controlar su micción y defecación de forma voluntaria.
Se trata de una fase breve que pasa al periodo de socialización, sin duda el que más marcará la vida del animal. Es fundamental que este periodo trascurra tranquilamente, que el cachorro siga en contacto con su madre y sus hermanos para desarrollar un correcto comportamiento en las etapas sucesivas.
Durante esta fase el cachorro aprende la conducta agonística, es decir las bases de la organización social de su especie y las bases de la jerarquía. A través del juego y del contacto con la madre y los hermanos aprenden las correctas posturas de dominancia y sumisión, a inhibir la mordida, a interactuar correctamente.
Algunas formas de agresividad o comportamientos asociales de los perros, el desinterés manifestado por algunos sujetos hacia sus símiles, podrían derivar de una estancia demasiado corta con su familia canina.
A parte el juego agonístico, alrededor de las 6 semanas, aparece el juego sexual que consiste en realizar movimientos pélvicos montando a otros cachorros de sexo igual o diferente. Una de las consecuencias de no poder desarrollar este tipo de juego con los hermanos, podría ser que el cachorro, de adulto, tenga más problemas en realizar una monta natural de forma correcta, con errores y movimientos inapropiados.
Otro importante evento que se realiza en este periodo es el destete. El cachorro debe empezar a probar nuevos alimentos a partir de la cuarta semana y es un fenómeno también progresivo. En los cánidos salvajes el progenitor regurgita alimento parcialmente digerido al lamerles los cachorros la zona peribucal, aunque este comportamiento es raro en los domésticos. Aproximadamente el cachorro deja de mamar a las 8 – 10 semanas. El destete es favorecido por el progresivo rechazo de la madre que en las últimas fases, deja de asumir la posición de lactación y aleja al cachorro que quiere mamar.
Se ha avanzado la hipótesis que el destete precoz pueda condicionar la aparición de algunos disturbios del comportamiento alimentario, como por ejemplo la pica, es decir comer objetos o sustancia que no son alimentos.
Otra importante consecuencia de un destete demasiado temprano podría ser la aparición de ansiedad por separación en edades sucesivas. El progresivo rechazo de la madre funcionaría como una habituación para el cachorro que aprendería, así, a desapegarse de la madre y a ser, en definitiva, afectivamente más autónomo. Esta teoría se ha demostrado observando que, por ejemplo, cachorros dejados solos muchas horas inmediatamente después de su adopción, tienen más probabilidad de desarrollar una ansiedad por separación.
Es en esta fase que el cachorro debe socializarse, es decir debe ser expuesto a todas las situaciones, objetos, personas y cosas que se encontrará en su vida futura.
Un defecto en la socialización puede provocar miedos y fobias a situaciones o cosas que pueden incluso generalizarse, como en el caso de algunos ruidos. Se ha demostrado que en esta fase el sentido de la visión ocupa un rol muy importante, así, por ejemplo la visión de un niño y de un adulto son muy diferentes a los ojos del cachorro que se socializa de forma distinta con adultos y niños.
En muchas ocasiones llegan a la consulta etológica animales que han desarrollado miedos generalizados, comportamientos compulsivos, fobias y agresividad debida a la sobreprotección por parte de los propietarios, animales que en edades precoces han experimentado soledad, malos tratos, castigos innecesarios e inconsistentes que marcarán su vida para siempre.
El final del periodo de socialización está marcado por la aparición del miedo: el cachorro no experimenta miedo hasta aproximadamente la quinta semana y esto es lógico, considerando que porque haya socialización debe explorar y relacionarse. A partir de la semana 5, maduran en el cerebro las estructuras que permiten al cachorro experimentar el miedo y, progresivamente, podemos notar como su tendencia a explorar y relacionarse se reduce drásticamente a partir de la semana 8.
A las 10 – 12 semanas el cachorro puede experimentar el miedo y esto resulta muy importante con respeto a los métodos de educación que utilizamos. Un castigo mal aplicado puede perjudicar un normal desarrollo del comportamiento.
El período sensible de socialización coincide con el espacio de tiempo comprendido entre el inicio de la madurez sensorial y la madurez de las estructuras nerviosas que controlan la respuesta de miedo frente a situaciones nuevas.
Aunque se desaconseja castigar, sobre todo si se trata de cachorros jóvenes, siempre que decidamos aplicar un castigo debe ser coherente y proporcionado. Si decidimos castigar para eliminar un comportamiento, siempre debemos hacerlo para no crear inseguridad al animal que no entiende porque en una situación ha sido castigado una vez y en la misma situación sucesiva no lo ha sido. Un comportamiento bastante difundido en los propietarios de cachorros es castigarlos o reñirlos por haber eliminado heces y orina en casa. En este caso se puede crear en el cachorro un conflicto porque él no sabe que ha hecho algo “malo”, solo se encuentra en la situación de querer ir a recibir al amo y ser reñido por esto. La postura de “culpabilidad” en este caso representa un intento de apaciguar a su amo para recuperar la armonía con él. Castigando un animal a destiempo creamos inseguridad porque el animal no sabe cuándo llegará el castigo porque no lo relaciona con nada.
Una consecuencia de un castigo mal aplicado es la llamada “indefensión aprendida” que se manifiesta porque el animal no es capaz de controlar su entorno, no sabe cuándo llegará un castigo administrado a menudo de forma aleatoria. Según algunos autores esta situación puede desembocar en formas de ansiedad.
¿Cómo actuamos?
Hemos visto que los primeros contactos con el mundo y las primeras experiencias del cachorro pueden marcar toda su vida. Podemos hacer que un animal sea completamente adaptado a su ambiente o que se encuentre en un constante estrés por no entender las reglas de un mundo en el cual se ha trasplantado sin aviso ni herramientas de adaptación.
Imaginemos que somos un ser pequeño que solo conoce su madriguera, su madre y sus hermanos, con suerte y que ha vivido todo su periodo de socialización en una montaña aislada. Llegan dos desconocidos nos cogen y nos llevan en el medio de una ciudad con ruidos y extraños gigantes e metal que hacen ruidos y emiten luces. Sería como ser abducido por extraterrestres…
Otra situación: un cachorro es separado de su madre y sus hermanos precozmente, no ha aprendido su idioma, no sabe hablar ni comunicarse. Tiene miedo porque no ha experimentado nada, ha pasado toda su vida en casa con seres humanos. Se encuentra con otro perro y no sabe qué es este ser que se le acerca y quiere olerlo y jugar. Pero él no sabe qué es jugar…
Solo son dos ejemplos de lo que debemos evitar a nuestros cachorros, así que podemos resumir algunos puntos fundamentales de actuación:
• Informarnos acerca de las necesidades del desarrollo de nuestro cachorro y hacernos cargo de su correcta educación;
• Intentar conocer su procedencia, prefiriendo criadores responsables y preparados que cuiden de sus animales d la forma correcta;
• Respetar los periodos de desarrollo del cachorro, su estancia con la madre y los hermanos y el periodo del destete;
• No sobreproteger a los cachorros para que adquieran las herramientas importantes para enfrentarse al mundo en el cual deberán adaptarse;
• Socializar el cachorro correctamente y de acuerdo con todos los estímulos a los que será expuesto;
• Favorecer el contacto del cachorro con personas y perros dde las 3 a las 12 semanas, especialmente entre las 5 y 8 semanas.
• Aplicar una educación básica firme y coherente, reduciendo al mínimo el castigo y las situaciones conflictivas.
• Contactar con un profesional en los casos de duda para evitar que un error en la comunicación con el perro pueda transformarse en un problema más serio.
Agradecemos la colaboracion para la publicacion de este articulo a:
Medica Veterinaria M.V. Severina (Vera) Vicinanza. Formadora.
Especializada en etología y medicina del comportamiento.