Ainhoa Larregui recibió un día la llamada del entrenador de Max, Rafael Casado, uno de los principales preparadores de perros actores, que cuenta en su haber con un Palm Dog, los Oscar caninos. "Ainhoa, una agencia está buscando un perro que sepa bostezar por toda España, y nada". Allá que fueron perro y dueña. "Imagínate cuando entramos en la sala de casting y me encuentro a Alejandro Amenábar. ¡Casi me da un pasmo!", bromea. Y surgió el amor. Siete días de rodaje en otras tantas localizaciones en Madrid, otro complementario de book fotográfico, y Max se convirtió en la estrella del anuncio.
Aunque efectivamente su desparpajo haya eclipsado, casi casi, a sus compañeros humanos, la presencia de un perro en la historia obedecía, más que nada, a una excusa. Max ejercía de Celestina involuntaria y, de paso, encontraba su propio final feliz. "Es una semillita en la historia, un pretexto para que Danielle vuelva a la Tierra y se reencuentre con Daniel", explica Juan García-Escudero, director general creativo de Leo Burnett, la agencia que, desde hace cuatro años, está tras el anuncio de la Lotería de Navidad.
Lo que los creadores del spot no sabían es que, en lo tocante a Max, el guión iba a ser un fiel reflejo de su vida. El podenco portugués -"muy mezclado"- apareció en una caja de cartón a la puerta de una protectora sevillana a los pocos días de nacer. Pasó allí sus primeros meses hasta que lo adoptó una familia... y lo devolvió. "No pudieron con él", explica Ainhoa, "era un desastre de perro". Ella misma lo vivió en carne propia al llevarse al cachorro a casa, hasta que un día cruzó la raya: "Tenía la mesa puesta para una comida familiar y cuando volví de abrir la puerta no quedaba nada, sólo Max dándose un festín". Ahí empezó el entrenamiento, al principio casero, luego con Rafael Casado.
"Lo que cualquier otro perro tardaba una semana en aprender, él lo pillaba en un día. Estaba hecho para el cine", asegura Ainhoa. Cuatro años después, Max ha vendido seguros en inglés, ha bailado al ritmo de La Casera, ha anunciado los cortes publicitarios en Antena 3, ha protagonizado un cortometraje y, ahora, es la imagen peluda de la suerte navideña en, seguramente, el anuncio más polémico de los últimos años.
Un perro milagroso
Y precisamente esa labor en tratamientos para la recuperación de niños y ancianos, Max también tiene experiencia. No solo tiene un gran talento para la interpretación, Max ha sido también milagroso, pieza clave para la recuperación del pequeño Nicolás, un niño que estaba en estado vegetal.A los siete años, a Nico le detectaron un tumor cerebral. La operación fue un éxito, pero luego surgieron complicaciones que le dejaron en estado vegetal durante tres meses. Max, que era el perro de la vecina, se acercó un buen día a Nicolás, le lamió los dedos y ese pequeño acto provocó que el niño intentara acariciarle, después de meses sin hacer nada.
"Estaba Max encima de Nicolás en su silla de rueda y justo levantó la mano. Fue brutal porque hasta entonces no movía nada, solo los párpados", rememora Macarena Hormaechea, la madre de Nicolás.
Por eso, Ainhoa quiere reivindicar "la importancia de los animales en los hospitales y poder acompañar a los niños en sus tratamientos largos de estancia en los centros sanitarios". Sin duda, Max tiene un gran futuro, tanto en el mundo de la interpretación, como en la ayuda en tratamientos terapéuticos.
Publicado en RTVE