Existen muchos aspectos de una visita al veterinario que pueden asustar o estresar al perro. Hay diferentes imágenes, sonidos, superficies resbaladizas y personas. El hecho de acudir con dolor también puede contribuir a incrementar el miedo.
Con el fin de comprender mejor el origen del miedo sufrido por los perros durante las visitas veterinarias, han realizado una extensa investigación, ya que “los pacientes angustiados pueden atacar y arañar o morder; a menudo se tarda más en trabajar con ellos; y los signos de miedo y estrés pueden enmascarar los signos de dolor y enfermedad, lo que dificulta al veterinario un diagnóstico certero”, explican los investigadores.
Una de las conclusiones del trabajo, es que aspectos como la edad, el sexo o la raza no influyen tanto en las respuestas de miedo como cabría esperar. “En nuestra investigación encontramos que solo el 7 % de las situaciones de miedo observadas por los dueños de mascotas se debía a estas características”, lo que significa que el 93 % restante de las causas de miedo “probablemente se encuentren en el entorno o se basen en una experiencia actual o anterior”.
En este punto, matizan que no es necesario que haya un solo evento "traumático" para que los perros comiencen a temer al veterinario, y que “podría ser una combinación de visitas múltiples y aparentemente sin incidentes, en las que el miedo o el estrés se acumulan con el tiempo”.
Otro aspecto destacado por la investigación es el hecho de que el 40 % de los perros experimentaron algún tipo de miedo durante un examen veterinario, y “uno de cada siete perros muestra un miedo severo o extremo”.
NO EXISTE UNA SOLUCIÓN ÚNICA PARA TODOS
Los autores encontraron que los perros respondían de manera diferente a cada paso del examen, por ejemplo, revisar los ojos, los dientes, la frecuencia respiratoria o las patas. Esto significa que “no podemos asumir que es la vacunación, o cualquier aspecto individual del manejo, lo que causa el miedo”.
También descubrieron que los perros mostraban miedo en una clínica veterinaria ficticia instalada en una sala de conferencias de la universidad, por lo que “no es solo la clínica lo que los molesta. Sin embargo, estar en una clínica veterinaria puede hacer que las cosas sean más aterradoras o estresantes”. Por ello, consideran que experiencias similares fuera de una clínica veterinaria pueden influir en cómo responden dentro de una clínica.
“Cualquier experiencia en el hogar o en cualquier otro lugar que implique manipulación, examen o sujeción puede parecerse mucho a un examen veterinario para su perro”, indican. Por tanto, si el animal tiene “una experiencia aterradora o dolorosa, como cortarse las uñas, cepillarse, lavarse o ponerse collares, arneses o chaquetas, es posible que relacionen esa experiencia en el veterinario, o viceversa”.
CONSEJOS
Las visitas regulares al veterinario son vitales para un buen bienestar del perro. Por tanto, es importante trabajar para asegurar que sea una experiencia positiva, o al menos neutral. Para facilitar esta situación, los expertos han elaborado una lista con una serie de consejos prácticos para reducir el miedo de los perros, incluso otras mascotas, en las visitas veterinarias.
En primer lugar, apuntan la importancia de, siempre que sea posible, permanecer esperando fuera de la clínica hasta que sea el turno de pasar a consulta. “Llegue con tiempo suficiente para llamar al veterinario y avisarle de que ha llegado. Espera en el coche o lleva a tu perro a dar un paseo por las inmediaciones. Oler puede ser muy relajante para ellos”, resaltan.
En cuanto a los pequeños animales, subrayab que la mejor opción es mantenerlos “en un transportín y en una silla, banco o mesa y no en el suelo. Cubra las jaulas con una toalla para ayudar a reducir las imágenes o los sonidos”.
LA IMPORTANCIA DE LOS OLORES Y DE LA COMIDA
Al igual que los humanos, a los perros asustados les gusta estar rodeados de cosas con las que están familiarizados y que promueven la relajación o la felicidad. Por ello, animan a los propietarios a acudir a las clínicas con los objetos favoritos del perro, como juguetes, toallas o mantas.
Asimismo, si el perro necesita un bozal en el veterinario, “compre su propio bozal de cesta y practique el entrenamiento del bozal. Puede marcar una gran diferencia sentirse cómodo con un bozal que huele a hogar, en lugar de usar uno que huele a otro perro estresado o a un producto de limpieza”.
Junto con los juguetes, los investigadores consideran que “combinar comida con lugares y experiencias estresantes es la mejor manera de ayudar a cambiar la forma que su perro siente acerca de ellos”. De tal modo, animan a recompensar frecuentemente con premios “cada acción positiva que haga su perro en la clínica veterinaria: cada vez que lo mire, se acerque, se quede quieto, se siente o se acueste, se suba a la báscula o pase a la consulta”.
VISITAS “FELICES”
Cuando el animal acude a la clínica, normalmente lo hace para ser atendido de algún modo, vacunación, consulta ante un problema de salud… Durante estas visitas, pueden crearse situaciones estresantes. Por ello, recomiendan realizar “visitas felices, donde su perro puede recibir una lluvia de golosinas y mimos y no sucede nada malo”. Estas visitas tienen como objetivo “dejar a tu perro con ganas de quedarse con sus nuevas personas favoritas”.
Otra recomendación expuesta es la necesidad de crear situaciones de calma, tanto en el perro como en el propietario. “La calma también se aplica al dueño. Si te preocupa cómo responderá tu perro, no olvides respirar y relajarte. Tu estrés no necesariamente hará que el perro esté estresado, pero probablemente tampoco ayudará a mejorar la situación”.
En la misma línea, también desaconsejan reñir o castigar al perro ante comportamientos indeseados. “La agresión en la clínica veterinaria proviene del miedo, y no mejorará si regañas a tu perro”.
ENTRENAMIENTO EN CASA
Los perros aprenden mejor cuando no tienen miedo. Por ello, según explican, enseñarles cómo comportarse en casa primero es la mejor manera de comenzar una experiencia veterinaria positiva. De este modo, si el perro está acostumbrado a recibir ciertas manipulaciones en el hogar, será más fácil ejecutarlas en la clínica.
Otro punto importante que recoge el estudio es conocer los factores estresantes del perro. “Identifique qué aspectos de una visita al veterinario asustan al animal, y tome medidas para resolverlos”. Algunos ejemplos expuestos incluyen examinar los pacientes en el suelo en lugar de la mesa, ayudar al veterinario sosteniendo la pata del perro, o examinar a los perros en un patio o fuera de la clínica si es posible”.
En determinadas circunstancias, con animales que presentan miedos extremos, los expertos consideran que, si bien las medidas propuestas pueden ayudar, no van a resolver el problema. Por ello, animan a consultar con el veterinario “sobre algunos medicamentos a corto plazo para ayudar al perro a sobrellevar mejor las visitas”. Los productos farmacéuticos previos a la visita generalmente “se administran antes de ir al veterinario para ayudar a reducir el miedo, el estrés o la ansiedad de su perro. El medicamento ayuda a evitar que el miedo empeore durante la visita, lo que significa que las experiencias negativas no se suman tanto con el tiempo”.