Lo que voy a contar es mi experiencia personal.
Bandido es mi perro, el primer cachorro que crié, y que desde que nació tuvo un vínculo especial conmigo.
No en vano me tocó hacer de mamá porque su madre nunca llegó a reconocerlos del todo por haberle hecho cesárea en su primer parto, y a lo más que accedía, era a permitir que mamen. Así que fui yo quien con algodón frotaba las panzas para que hagan piss, idem para que hagan su caca. Les di su primera papilla, les enseñé a comer (y vaya que aprendieron ¡!!!)…
Pero de todos ellos fue Bandido el primero que corría hacia mi al oir mi voz y fue desarrollando un vínculo especial conmigo. Cambió hasta el último diente mascando mis canillas (y tengo guardados sus dientes de leche), se convirtió primero en un verdadero hijo ya medida que fue creciendo, en mi amigo.
Hace poco cumplió dos años. Hace 4 meses comencé a sentirme mal, curiosamente el perro se puso insoportable, ladrando todo el día y solo se calmaba cuando yo
aparecía por la ventana. Ahora pienso que posiblemente presentía lo que vendría después.
No sería raro por todo lo que ahora se sabe sobre lo que pueden hacer los perros en detección de enfermedades.
Luego de varios exámenes, me diagnosticaron un tumor hiperfuncionante de paratiroides, con necesidad de cirugía inmediata. Que me digan que tengo un tumor… me impactó, inicialmente me derrumbó.
Se piensan miles de cosas (todas horribles). Sentí la desesperación la incertidumbre y el miedo. No quise ver a nadie. Me encerré con mi perro en mi habitación. Llevarlo a mi habitación es el mayor de los premios, por todo lo que puede mascar, robarse, esconder, etc. Pero aquel día no hizo nada de eso. Se sentó en mis piernas y se hizo un ovillo. Yo no quería llorar, pero no lo pude evitar, mi perro puso su cabeza en mi pecho, él lamió mis lágrimas y me miraba con unos ojos indescriptibles que me lo decían todo: que estaba conmigo. Luego, se bajó y comenzó a dar carreras locas por mi cuarto, a darse trampolines, a hacer payasadas, hasta que terminé riéndome.
Los días que estuve en el hospital, el perro casi no probó bocado. Cuando volví ya operada, había un escándalo en el patio. Quien era? Bandido que quería ver a su mamá.
Mi situación se ha complicado ahora porque aquel primer tumor era solo la punta de un iceberg, pero tengo el cariño incondicional de mi familia y de mis perros, pero Bandido es especial.
Entre otras cosas, me han recomendado dar pequeños paseos caminando, salgo con mi perro y ya no me arrastra como antes, va a mi lado. Cuando me atraso, me recuerda desde el patio que “ya es hora del paseo” (Mejor dicho, hace un escándalo). Ahora soy más fuerte para recibir noticias buenas o malas, y estoy peleando como gato boca arriba por volver a estar bien. Pero no puedo olvidar que en aquel primer momento, quien me consoló y me dio el primer empujón de coraje, fue Bandido, mi perro, MI AMIGO.
Saludos
Cecilia Ottati.
Beagles Di Casa Giorgio.