En 1995 la fundación Lifebridge financió los estudios de Rupert Sheldrake,
doctor en Ciencias naturales y Bioquímica por Cambridge y Filosofía por
Harvard, que demostrarían que algunos animales domésticos poseen
poderes similares a la telepatía.
Sheldrake investigó diversos
tipos de animales pero centró sus estudios en casos de perros. Reunió
hasta 585 informes en los cuales los perros parecían mantener algún tipo
de comunicación con sus dueños. Uno de los episodios en los que se
manifestaba con más claridad este caso era en que parecían capaces de
anticipar la llegada de sus dueños a casa con tiempo suficiente como
para descartar que el olfato canino – muy desarrollado, como es bien
sabido – interviniera de alguna forma. Además, Sheldrake concluyó que la
rutina no era el elemento determinante en muchos de esos episodios.
También llegó a la conclusión de que al menos en un cincuenta y uno por
ciento de los testimonios solicitados no existiría ninguna explicación.
Una de sus investigaciones la realizó en Londres. Utilizó como elemento de muestra un perro llamado Jaytee
que, según su dueña, tenía capacidades premonitorias. En las
investigaciones también colaboró un importante periódico británico, el
Sunday Telegraph, cuyos redactores participaron de lleno en el
experimento haciendo las veces, además, de garantes de la veracidad de
todo.
El estudio se llevó a cabo a lo largo de prácticamente un
año, durante el cual se dejó al perro en cien ocasiones en una casa que
no era la suya pero que había visitado en alguna ocasión. Junto a Jaytee
acudía su dueña, pero acto seguido ésta se marchaba.
En un
ochenta y cinco por ciento de las ocasiones, el animal se acercó a la
ventana en actitud de espera cuando su dueña iniciaba el regreso a la
vivienda, a veces a decenas de kilómetros.
En aquellas reacciones
no importaba la distancia. Y es que la conducta anticipatoria se
producía siempre que la dueña tomaba la decisión de regresar. No eran
olores, ni ruidos, ni nada parecido lo que determinaba el cambio de
actitud del perro. Según Sheldrake, lo que captaba era la intención del
dueño de regresar, puesto que manifestaba su actitud en el mismo momento
en que el “amo” decidía que era el momento de ir a por Jaytee.
Jaytee junto a su dueña
En
una segunda parte de la investigación se realizó el mismo experimento,
pero dejando al perro solo en casa, en donde las cámaras de vídeo
registraban la actitud del animal. Descubrieron lo que, efectivamente,
ya se había puesto en evidencia: que las conductas anticipatorias no
respondían a causas conocidas. Era imposible que el animal oliera a su
dueña a decenas de kilómetros, ni que oyera nada. Es más, se detectó que
el perro se asomaba a la ventana y mostraba nerviosismo incluso antes
de que la dueña iniciara el trayecto de regreso. Se determinó que el
animal reaccionaba no ya al gesto físico de iniciar el retorno, sino al
pensamiento de la dueña. Por supuesto, esta determinación podría ser
incorrecta o una mala interpretación de “fallos” en esa conducta,
personalmente veo un tanto incorrecto el decir que el perro se
anticipaba incluso a los propios pensamientos de su dueña. En fin…
continuemos.
Todos los experimentos se efectuaron siguiendo
fielmente criterios científicos establecidos mediante protocolos.
También participaron escépticos en los ensayos, que no tuvieron más
remedio que encogerse de hombros.
Posteriormente, Sheldrake
efectuó nuevos estudios en los que participó la propia cadena BBC, que
registró los mismos con cámaras de televisión. Se trataba de averiguar
cómo los animales lograban orientarse en lugares que desconocían. No se
pudo demostrar que fuera mediante capacidades de percepción. Intervenía
algún factor que los expertos desconocían…
Como conclusión, Rupert
Sheldrake dedujo que el sexto sentido de los animales se debe a una
suerte de campos morfogénicos que unen a los seres vivos y a los cuales
ellos acceden, algo así como una especia de autopistas de información no
verbal que nos unen a todos y que parecen ser el secreto para
justificar este comportamiento de los animales. Aunque discutida, la
suya sigue siendo la investigación más completa jamás efectuada hasta la
fecha sobre este tipo de casos, y la teoría que ha propuesto, aunque
todavía en una fase muy precoz, es de las pocas que ofrecen un paradigma
válido para explicar los fenómenos.