Las excentricidades de Karl Lagerfeld son ampliamente conocidas, como conocida es su gata Choupette. Y es que resulta que la siamesa no solo es fuente de inspiración para el director creativo de Chanel, sino también la encargada de aumentar las cuentas bancarias del llamado káiser de la moda. Sí, Choupette ganó tres millones de euros por hacer dos pequeños trabajos: colaborar con la marca de cosméticos Shu Uemura y posar para el calendario de coches Vauxhall Corsa.
Quizá por eso Lagerfeld nunca ha escatimado en gastos en el cuidado de su mascota. La minina tiene dos niñeras, una cuenta de Instagram con más de 52.000 seguidores y en Twitter la siguen más de 46.000 personas, siempre viaja en primera clase y tiene su propio libro, Choupette: The Private life of a High-Flying Fashion Cat, de 128 páginas, en el que se detalla cuán consentida es. Pero lo que aún no se sabía era cuánto generaba la mascota del diseñador, hasta que el martes pasado en una entrevista con la revista The Cut el káiser lo reveló: “El año pasado facturó tres millones de euros solamente con dos trabajos”. Y añadió: “No permito que haga anuncios de comida y cosas por el estilo. Ella es demasiado sofisticada para hacer algo así”.
El fenómeno de los it-pets no es algo nuevo. Ya Paris Hilton se encargó de convertir en celebrities a sus chihuahuas, o Taylor Swift a sus gatos. Mientras que Cecil, el conejo de Cara Delevingne, tiene 97.000 seguidores en Instagram y Neville, el perro del diseñador Marc Jacobs, atesora 122.000 seguidores en la misma red social. Todos ellos, sin embargo, aún no generan ganancias para sus amos. Choupette quizá solo tiene un rival: Grumpy Cat. El gato que se hizo famoso por su malhumorado rostro gana alrededor de 100 millones de dólares por acuerdos comerciales.
Publicado en El País