La forma en que manejas la correa de tu perro tiene más
importancia de la que crees. Te sorprenderías si supieras la cantidad de
asociaciones negativas que el perro establece mientras la lleva puesta y
pasea. Asociaciones que más tarde pueden dar lugar a problemas de
conducta a los que probablemente adjudicarás otras causas. Y es que a
veces no es necesario ir más allá. Simplemente con un manejo correcto y
estableciendo nuevas asociaciones positivas la cosa mejora y mucho.
Desde el primer momento en que colocas a tu perro el collar y la
correa comienza todo. Si estamos tratando con un cachorro es un elemento
desconocido completamente que colocas en su cuerpo. Si de lo que se
trata es de un individuo adulto puede tener adquiridos algunos hábitos
incorrectos. En cualquier caso, tanto la herramienta en sí (collar,
arnés, correa corta, correa larga), como la forma de colocarla y de
usarla tienen repercusiones en el comportamiento del perro y en cómo
percibirá su entorno mientras la lleva puesta. ¿Cómo va a ser lo mismo
para un perro ir paseando cómoda y felizmente con su propietario que
con roces, dolor, ahogo, tensiones o tirones?
Debemos asumir que llevar a un perro sujeto es obligatorio en nuestra
sociedad, por lo tanto no nos vamos a parar a discutir este tema.
Partiendo de ahí, ¿por qué no hacer que nuestro perro vaya lo más cómodo
posible en su paseo y que éste sea agradable para él y para nosotros?
Porque así disfrutaremos ambos ¿no? De esta manera se facilita y se
potencia el vínculo del perro con el propietario, la confianza, el
pasárselo bien.
¿Sabes qué es el condicionamiento clásico? Es una forma de
aprendizaje que establece una asociación entre dos estímulos, uno que
previamente no significaba nada para el animal y otro que sí tiene un
significado muy poderoso, biológicamente importante y además
involuntario, es decir, que el animal no lo controla. Cuando se
presentan uno tras otros (los dos estímulos) se asocian, pasando el
estímulo que no tenía significado a tenerlo. Este nuevo significado que
adquiere el estímulo que antes era neutro, podrá ser positivo o
negativo, dependiendo de cuál sea el otro estímulo con el que se ha
asociado. El ejemplo claro lo tienes en el experimento de Pavlov.
Fíjate que estas asociaciones están ocurriendo constantemente en la
vida del animal. Es una forma esencial de aprender a sobrevivir. Así el
perro aprende a anticiparse a distintos eventos y con distintas
emociones: el veterinario, la hora de la comida, quedarse solo en casa y
muchos ejemplos más. Y lo cierto es que otro ejemplo es el del equipo
de paseo.
Si el equipo de paseo se ve asociado en algún momento a un estímulo
desagradable (tales pueden ser ahogo, incomodidad, tensión, tirón,
colocación amenazante) el perro no solo va a percibir la correa como un
elemento negativo, sino que todo lo que esté pasando a su alrededor en
ese momento puede asociarse también: el propietario, el sitio (por
ejemplo el parque), personas que pasan por allí, un niño, un perro con
el que te has parado, etc. Si la emoción del perro en ese momento es
positiva tendrá una percepción agradable de cualquier cosa que le rodea,
por el contrario si es negativa todo lo asociará con esta emoción,
pudiendo esto conllevar más adelante reacciones de miedo y/o
agresividad.
Y para que esto no le ocurra a tu perro, o le ocurra lo menos posible
(porque por supuesto hay problemas que no tienen que ver con el manejo
de la correa, te damos unos consejos:
- Observa siempre el lenguaje corporal de tu perro: si se agacha, baja
la cabeza, echa las orejas hacia atrás, mete el rabo entre las piernas,
gruñe, huye, se pone tenso, desvía la mirada, la cara o el cuerpo, no
viene cuando le quieres poner la correa, o algo por el estilo, da por
hecho que algo no le está gustando, no está cómodo, le molesta, le
duele, todas ellas emociones negativas. Intenta empezar de cero,
establece asociaciones positivas con todo lo que tiene que ver con el
collar y la correa y el momento de ponérselos o el paseo. Esto se hace
con comida, juego y/o caricias y un tono de voz agradable y alegre.
- Usa siempre mejor arnés que collar y correa larga en vez de corta y deja a tu perro moverse libremente y olfatear en el paseo.
- Cuando le coloques la correa o el arnés, hazlo siempre en una
postura no amenazante para él: mejor agachado que de pie, mejor de lado
que de frente, sin mirar fijamente a los ojos, sin gritar ni manipularlo
bruscamente. Además, procura asociar este momento con palabras
agradables, algún juguete, caricias y/o comida.
- Una vez colocado todo y durante el paseo ve hablándole de manera agradable, jugando y/o dándole comida, lo que más le guste.
- Si ves algún perro acercarse o personas y no quieres que tu perro se
encuentre con ellos por cualquier motivo, no des tirones ni regañes a
tu perro. Si haces esto comenzarán las asociaciones negativas y tu perro
podrá más adelante comenzar a reaccionar negativamente anticipándose al
encuentro con perros o personas. Es mejor llamar a tu perro con comida o
juego y darte la vuelta o cruzar de acera.
- Si te acercas o te cruzas con un perro o persona, asegúrate de que
tu perro se va a llevar una buena impresión: prémialo durante el
encuentro y procura que éste no dure mucho, por si el otro perro o la
persona pueda establecer una comunicación negativa con el tuyo, como por
ejemplo montarse encima o querer tocarlo.
Por supuesto esto no es fácil de hacer, para nada, sobre todo porque
uno no puede controlar todo lo que sucede a su alrededor, ni tampoco a
las otras personas (las que llevan y las que no llevan perro). Pero
seguro que puedes intentar hacerlo lo mejor posible y esperamos que esta
artículo te sirva como herramienta.
Escrito por Rosana Álvarez en Etolia