Ya llevamos un tramo de Navidades vividas (léase con voz demoníaca),
 y con ellas llegan los excesos, las comidas, las reuniones, los amigos y
 los regalos. Y creo que es en este último punto dónde las que tenemos 
hijos, disfrutamos y sufrimos a partes iguales. Todo el mundo 
preguntándonos qué le regalan a los niños, que no se repitan regalos, 
que la carta a SSMM esté a tiempo, que los pajes encontremos todo lo que
 hay escrito en esas cartas… A nosotras ya se nos han puesto los pelos 
como escarpias, que se dice en nuestra tierra. Pero bueno, todo esto que
 os contamos no es nuevo.

 
Para nosotras será la tercera navidad con Lady Berta,
 pero las que sois malasmadres experimentadas de años os estaréis riendo
 de nosotras (tened un poquito de piedad por favor). Pero hay algo sobre
 lo que sí queremos incidir, aconsejaros  y contaros. Ese regalo que 
muchos de vuestros hijos esperan que llegue por haber sido el más bueno 
del mundo, y desean con todas sus ganas que las súplicas a los Reyes 
Magos o Papá Noel hayan sido escuchadas: sí… una mascota. En este post nos pondremos más serias si cabe aún que en los anteriores, y si os preguntáis por qué, es sencillo.

 
Cuando pasan unos meses tras las fiestas, empiezan a aumentar las consultas por
 problemas con cachorros, los abandonos, la falta de tiempo, etc. Y a 
nosotras nos duele en el alma, sobre todo porque esto se puede y se debe
 evitar. Es muy duro negarle algo a un hijo, nosotras ya lo sabemos y lo padecemos. Pero pensadlo bien, si accedéis al deseo de vuestro hijo, ese “regalo” os acompañará durante mucho tiempo, muchos años.

 
Y lo hará a las duras y a las maduras, pero claro, las duras serán 
las que os fastidien: los pipís, las cacas, los zapatos rotos, las 
salidas a la calle (llueva, truene, nieve o estemos a 40 grados), las 
vacaciones, la limpieza de las jaulas (si hablamos de otro tipo de 
mascotas que no sean perro/gato), buscarle un canguro cuando tengamos 
que salir, gastos veterinarios, correr a urgencias con ellos (sí, a 
veces también nos dan malos ratos)… Y así un sinfín de cosas, que por 
supuesto, nunca sustituyen a las alegrías y beneficios que nos otorgan, 
pero que hay que tenerlas en cuenta, y que más allá de esos 15 días de 
vacaciones que son las navidades, seguirán con nosotros. Pero claro, la gente solo piensa en la ilusión y las caras de sus hijos cuando el 25 de diciembre o el 6 de enero, vean cumplido su sueño. Ay amigas, pero ¿y luego? No
 sabéis la pena, la frustración que provoca, ver a una familia, con un 
perro  que aún es un cachorro de 6 meses, y que te digan “es que ya no 
podemos con él” “es que no sabíamos que crecería tanto” “es que hay que 
sacarlo 4 veces a la calle y no tenemos tiempo” “los niños prometieron 
que jugarían con él y no le echan cuentas”, “es que le araña todo el 
rato”…  Y así, hasta el infinito y más allá. Y entonces piensas en el 
pobre animal y en la poca culpa que tiene de haber caído en manos 
irresponsables.

 
Y hoy vamos un poco más allá, y no queremos ofender a
 nadie, ni faltar al respeto, pero dándole un poco al coco (que a 
nosotras es que nos va mucho el rollo este de pensar en todo y en los 
porqués), nos hemos dado cuenta de algo muy… no sabemos bien cómo 
llamarlo, juzgad vosotras cuando lo leáis y poned el adjetivo que creáis
 más oportuno. Esos padres, que les regalan a sus hijos el cachorro 
prometido, sin pensar en las consecuencias, sólo por ver sus caras de 
alegría un día, ¿no os parecen  (además de unos irresponsables porque no
 han pensado en el después)  unos egoístas? Qué bonito es verle la cara 
de alegría a mi hijo, porque YO he cumplido su sueño, pero si luego 
tengo que regalar al perro, o quitármelo de enmedio de mala manera, pues
 ¡bah, qué más da, si es un animal!

 
No queremos con esto decir que no es positivo regalarle a vuestros hijos una mascota,
 por supuesto que sabéis, por otros posts en los que ya lo hemos 
comentado, las numerosas ventajas de compartir vida con un compañero 
peludo, pero ¡ojo!, hay que pensar muy bien en la vida que podremos 
darle al animal más allá de la Navidad. Si no podemos mantener a una 
mascota, siempre podemos apadrinar, ¡podéis hacerlo como regalo de 
Navidad! Se pueden hacer donaciones, por ejemplo. Y si no tenemos un 
duro para estas cosas, seguro que tenéis mantas viejas en casa que 
podáis regalar a cualquier refugio al que podéis acudir con los niños, y
 que sean ellos los que las lleven y de esta forma echen una mano en 
hacer algo solidario. Y esto es lo mejor que podéis regalarle a vuestros hijos, un mensaje de responsabilidad y de compromiso.

 
Los animales son seres vivos que sienten y padecen (esto no es pasión
 ni locura de dueña, hay estudios científicos que lo demuestran), y a 
los que les debemos dar una vida digna. Y los niños, quizás os pueda 
sorprender pero la mayoría se sienten atraídos de manera natural por los
 animales y no les gusta hacerles daño. Seguro que os pueden enseñar 
muchas cosas a vosotros adultos. Para que veáis a qué nos 
referimos, os proporcionamos un dato: 104.501 perros y 33.330 
fueron abandonados en España en el año 2015.  Por si no nos 
vemos por aquí, queremos desearos unas felices fiestas, mucho cuidado 
con los excesos, no le deis turrón al perro ni gambas al gato, 
malamadrear un poquito que os lo merecéis después de un año tan 
durísimo, y que el 2017 venga cargado de cosas geniales para todas.
Y vosotras ¿habéis pensado regalarle una mascota a vuestros 
hijos?, ¿cuál?,¿habéis apadrinado a algún animal? Contadnos vuestra 
experiencia al respecto.
¡Besos!
Escrito en 2016 por María Garrido y Rosana Álvarez en Malasmadres.