«El diseño epidémiológico
es tan preciso y minucioso que no parece ser fruto del azar y sí mas
bien de un orden incomprensible y un tanto siniestro. Es aquí donde
aparecen las garrapatas», nos comenta Javier Álvarez de la Villa,
veterinario del Centro Veterinario Víctor de la Serna.
Estos organismos son los más grandes de las familia de los ácaros.
Poseen un cuerpo aplastado y cuatro pares de patas. Mediante sus
queliceros e hipostoma se clavan en la piel. En el enclave de su nueva víctima u hospedador, segrega saliva e ingiere sangre. No pocas garrapatas podrán ser portadoras de gérmenes que incluso pueden llegar a ser muy patógenos.
Estos microorganismos pasarán libremente al organismo de nuestra mascota o incluso al nuestro a través de la herida abierta.
Los veterinarios asisten a un creciente número de visitas relacionadas
con garrapatas y sus consecuencias. Han leído bien, a un creciente
número. Se cree que el cambio climático derivado de la insoportable actividad humana, nos ha traído enfermedades de zonas más cálidas a más templadas.
El
hombre, pues relegado a las grandes urbes accede con su animal de
compañía a la naturaleza abierta. Muchos de estos lugares son ahora zonas endémicas de numerosas enfermedades contagiadas por nuestro protagonista: la garrapata. «Estos lugares, antaño más templado y con una fauna salvaje más controlada ,
ofrecían menos riesgos. Pueblos enteros abandonados, una España rural
en declive, especies que se hipermultiplican sin el control de los grandes predadores y pastoreo, en muchas ocasiones, poco asistido sanitariamente son las condiciones, junto al cambio climático, para un mayor auge de nuevas enfermedades transmitidas por garrapatas”, comenta Javier Álvarez de la Villa.
Más consultas que hace unos años
«En
nuestras consultas veterinarias diagnosticamos ahora más que antes
Ehrlichiosis, Babesiosis, Borreliosis, Bartenolosis y Granulomas», nos
confirma el veterinario consultado. Un perro afectado por la Babesia,
por ejemplo, puede tener síndrome febril, intenso, mucosas pálidas o muy frecuentemente ictericas (amarillas), orina oscura color «café»,
taquicardia, anemia muy grave, apatía y debilidad extrema. Todo ello
podrá producirse por la picadura de una sola garrapata transmisora.
En el caso de Erlichiosis, puede aparecer fiebre,
depresión, inflamación interna del globo ocular (uveitis) que puede
llevar a ceguera. Además de destrucción masiva de plaquetas por hemorragias más o menos graves asociadas. Perros con poliartritis
que apenas pueden caminar, pudieron haber sido picados por garrapatas
infectadas por Borrelia. La enfermedad puede extenderse a todas las
articulaciones de nuestra querida mascota, además del sistema nervioso y otros órganos.
Estas
enfermedades y otras revisten en la mayoría de los casos un carácter
grave. Es preciso diagnosticarlas precozmente y tratarlas de manera
expeditiva. Evidentemente, una vez conocido el agente patógeno,
los esfuerzos veterinarios se encaminan a un tratamiento etiológico ,
es decir, dirigido al causante descubierto. Pero además será preciso
aliviar la fiebre, la inflamación, la anemia y demás síntomas graves que acompañan a estas enfermedades. No es infrecuente hospitalizar a estas mascotas hasta su total restablecimiento.
Aspectos desagradables
Las
garrapatas causan desagrado con su simple presencia. Las rechazamos y
nos asquean. Puede que su aspecto nos alerte de forma instintiva de sus posibles daños inherentes.
Se «esconden» en la vegetación, trepan por nuestras pantorrillas y
extremidades del que será su nuevo hospedador. Alcanzan lugares donde la piel es más fina,
axilas , vientre, tejido interdigital, pabellón auditivo, ingles,
región perineal…. entonces se clavan con sus apéndices bucales y para no
caerse, secretan una sustancia cementante.
Ahí pegadas
pueden permanecer varios días alimentándose. Han creado una pequeña
cavidad hemorragica, han disuelto con su saliva para ablandar y
preparar mejor su lecho de alimentación, han realizado «robo» de sangre y
han podido introducir un elemento patógeno altamente grave. Cuando
vemos la garrapata ahí pegada solemos guiarnos por el lógico deseo
protector de arrancarla. Nos queremos librar del intruso y tiramos con
frenesí.
El resultado es, muchas veces, la permanencia de parte del aparato bucal
en la piel y la formación de un granuloma permanente. Es por ello que
la extracción debe ser lenta, meticulosa y adecuada. Se debe impregnar
al ectoparasito con una solución anti parásitos adecuada, dejar que
actúe unos minutos y luego traccionar de manera sostenida hasta forzar
su total desprendimiento. «Los veterinarios solemos legrar someramente
el lecho de enclave con la ayuda de un microbisturi o
aguja hipodérmica, para eliminar posibles restos microscópicos,
aplicando posteriormente un ungüento antiséptico», asegura Javier
Álvarez de la Villa.
La prevención
Todo lo expuesto realza el interés de la prevención. Por el carácter estacional, será importante comenzar a proteger en primavera a
nuestras estimadas mascotas. Uno de la productos más utilizados son los
collares antiparasitarios. Son cómodos, muy seguros al no provocar
normalmente efectos secundarios en nuestras mascotas y de una eficacia
notable en la prevención de garrapatas, pulgas y lehismaniosis.
Los
collares dispersan de manera continua el principio tóxico para los
ectoparasitos y repelente para los mosquitos. Dicho principio activo se difunde «como una ola»
en la grasa natural del pelaje de nuestros animales. La colocación del
collar será holgada pero no en demasía, podrá dejar que nuestro dedo
índice entre el y la piel sin dificultad, es decir, contactará pero no
bailará.
Tampoco dejaremos una gran «cola» sobrante que
nuestra mascota pueda morder e ingerir. Lo cortaremos en su medida
adecuada. Si nuestro perro va a bañarse mucho tiempo o vamos a someterlo a un jabonoso aseo,
se lo quitaremos transitoriamente a fin que no pierda eficacia. Si lo
tocamos directamente , nos lavaremos las manos posteriormente, como es
obvio. La duración de estos elementos hoy en día puede ser de 6 meses e incluso 8, con lo cuál cubrimos toda la estación de peligro.
Otros
productos vienen en forma de pipetas. Son cómodas y eficaces. Tóxicas
para los intrusos parasitarios pero no para nuestros animales de
compañía cuando se respetan sus normas de administración. Su veterinario
le podrá asesorar. También existen eficaces sprays con efecto inmediato y
permanente. Además han aparecido, novedosamente, productos en
comprimidos para ser administrados por vía oral y ser efectivos durante
varios meses.
¿Qué productos emplear?
Sin duda,
la estrategia preventiva estará dictada inmediatamente por el riesgo
parasitario. Es decir, un perro o gato que vive en el hogar y accede a
lugares con apenas presión parasitaria, tendrá menos riesgos que otro que accede a un paisaje «tóxico». En este último caso, su veterinario podrá combinar más de un método de control.
Así, en el turismo rural les podremos proteger con collar y pipeta o
collar y comprimido. Si el paisaje es sospechoso, estará plenamente
justificado.
En conclusión, observaremos el control preventivo acorde
al riesgo real de parásitos. Informados, no somos más temerosos si no,
por el contrario, más conscientes de los riesgos a evitar y podremos
gozar de enclaves naturales con mayor seguridad. Como siempre decimos, es mejor prevenir.