Como su nombre adelanta, el perdiguero de Burgos (FCI 90), o Burgos pointing dog en inglés, es una raza de perros autóctonos de la provincia de Burgos, en España, donde han sido históricamente entrenados para la cetrería y la caza menor. No obstante, a medida que las sociedades y las actividades humanas fueron evolucionando con el pasar del tiempo, estos perros perdigueros han experimentado una serie de cambios morfológicos y comportamentales. Y, en la actualidad, gracias a su carácter naturalmente tranquilo y dócil, pueden convertirse en excelentes compañeros de personas y familias con personalidades y estilos de vida muy diversos.
Origen del perdiguero de Burgos
La carencia de registros escritos precisos deja la historia del perdiguero de Burgos un tanto confusa y hace que sea difícil saber con exactitud cuándo se han originado los primeros ejemplares de la raza y cómo se han logrado desarrollar las características morfológicas y comportamentales que hoy la identifican. No obstante, se supone que estos peludos comparten un ancestro con el perdiguero portugués, el perdiguero peninsular, una antigua raza canina autóctona de la Península Ibérica, cuya presencia en esta región está documentada al menos desde el siglo X. Sin embargo, sus rasgos más característicos estarían fuertemente influenciados por cruces posteriores con el pachón navarro, sabuesos españoles y perros pointer de contextura corporal más fina.
También hay cierto consenso respecto a que los primeros individuos considerados como representantes de esta raza se desarrollaron en toda la región de Castilla y León, y no solo en la provincia de Burgos (aunque allí hayan ganado mayor notoriedad). La representación más antigua de estos perdigueros que conocemos en la actualidad se encuentra en un cuadro del año 1765, titulado “Retrato en traje de caza del Príncipe Carlos” y realizado por Rafael Mengs.
Inicialmente, los perdigueros de Burgos fueron conocidos como perros de muestra y su crianza estuvo directamente relacionada – y casi exclusivamente permitida – a los miembros de la realeza y la nobleza española, que los utilizaban principalmente como ayudantes en la cetrería. Algunas décadas después, la raza empezó a popularizarse entre las clases menos pudientes y, rápidamente, ganó popularidad entre los cazadores de aves, y en especial de perdices.
No obstante, se estima que los rasgos morfológicos que identifican al actual perdiguero de Burgos empezaron a desarrollarse a finales del siglo XIX o principios del siglo XX, ya que es difícil encontrar menciones especificas sobre ellos, o bien representaciones de su apariencia moderna, en las antiguas obras dedicadas a la historia de los perros pointer y sus ancestros. De hecho, en el famoso libro “El Pointer y sus antecesores” de William Arkwright, lanzado a finales del siglo XIX, nada se habla específicamente sobre los perros de muestra o los perdigueros de Burgos, aunque su autor haya dedicado más de una década a viajar por diferentes países de Europa - y mucho por España - para investigar los origenes del pointer inglés. Y si bien algunos autores afirman que ello podría deberse al hecho de que la raza estaba poco diseminada fuera de su tierra natal, también hay teorías que afirman que no resultaba tan fácil, en aquel entonces, diferenciar el perdiguero de Burgos de otros perros de muestra nativos de España.
De todos modos, fue en el año 1911, cuando se fundó la Real Sociedad Canina, que empezaron a inscribirse los primeros perdigueros de Burgos. Ya a partir de los años 80, comenzaron a surgir las asociaciones de razas autóctonas de España que contribuyeron activamente en la recuperación de muchas razas de perros españoles que estuvieron al borde de la extinción debido a los efectos de las Dos Guerras Mundiales en el continente europeo. En la actualidad, el perdiguero de Burgos está reconocido por las principales federaciones caninas internacionales, incluso por la FCI que lo incluye en el Grupo 7 de los llamados “perros de muestra”.
Características del perdiguero de Burgos
Se trata de un perro de talla grande y musculatura muy bien desarrollada, que tiene una contextura corporal rústica, pero que preserva la armonía en sus proporciones. Según el estándar oficial de la FCI, la altura a la cruz deseable es de 62 a 67 cm en los machos y de 59 a 64 cm en las hembras, destacando un elevado índice de dimorfismo sexual, ya que los machos son notablemente más homogéneos y más corpulentos que las hembras.
La cabeza del perdiguero de Burgos es grande y fuerte, con un cráneo bien desarrollado que, visto de arriba, resulta moderadamente rectangular con una progresiva disminución hacia la trufa, pero sin llegar a conformar un hocico puntiagudo. El “stop” está poco acentuado. En el rostro de los perros de Burgos encontramos unos ojos almendrados de color avellana o marrón oscuro con una mirada noble y dulce que, eventualmente, puede confundirse con un aire de tristeza. El hocico es recto y ancho en todo su largo, con una caña nasal también ancha. Los labios son caídos, pero no flácidos, y las mucosas exhiben un color marrón. La mordida es en tijera. Finalmente, un rasgo muy característico del perdiguero de Burgos es sus largas orejas de formato triangular, que están insertadas sobre el nivel de los ojos y que caen graciosamente en tirabuzón cuando el perro está en reposo.
Colores del perdiguero de Burgos
El manto del perdiguero de Burgos es corto, liso y tupido, distribuyéndose de forma casi uniforme a lo largo de todo el cuerpo, con excepción de las extremidades, la cabeza y las orejas, donde observamos pelos más finos y suaves al tacto. Respecto a los colores, se consideran básicos el blanco y el hígado, que se combinan irregularmente, dando origen a capas jaspeadas en hígado, hígado canoso, mosqueadas en hígado y muchas otras variaciones que surgen en función del nivel de predominancia del color hígado y de la extensión de las manchas blancas. No obstante, el estándar oficial de la FCI aclara que no se admite el color negro ni el fuego sobre los ojos y/o en las extremidades.
Por otro lado, el mismo estándar define como una característica “altamente deseable” en los perdigueros de Burgos la presencia de una mancha blanca nítida sobre la frente y las orejas, siempre manchadas de color hígado homogéneo. Así mismo, recordamos que la presencia de otras combinaciones de colores o manchas en el pelaje de un perro no determinan su belleza ni mucho menos su personalidad y carácter. Por eso, si has adoptado a un perdiguero de Burgos que no es 100 % puro, igualmente podrás disfrutar de un mejor amigo extremadamente dócil y equilibrado.
Carácter del perdiguero de Burgos
Su temperamento es naturalmente calmado y dócil, lo que favorece el establecimiento de un vínculo de lealtad y devoción hacia su tutor y familiares. Aunque no suela considerarse como uno de los perros más fáciles de adiestrar, su versatilidad y gran predisposición al entrenamiento hacen que el perdiguero de Burgos responda muy bien al refuerzo positivo y pueda desarrollarse con éxito en diferentes actividades y deportes caninos.
Así mismo, no debemos olvidar que ha sido una raza históricamente entrenada para la caza menor, razón por la cual un adecuado proceso de socialización será clave para favorecer interacciones de mejor calidad con sus congéneres y prevenir accidentes en la convivencia con otros animales y niños pequeños, que pueden ocurrir cuando un perro con un instinto de caza muy desarrollado no es debidamente educado y socializado desde una temprana edad.
Los perdigueros de Burgos también suelen mostrar mucha paciencia y autoconfianza, por lo que los problemas de conducta asociados al miedo excesivo y la agresividad suelen ser el resultado de una mala socialización y/o la exposición a métodos educativos contraproducentes (como los castigos físicos y los regaños, por ejemplo) u otros tipos de maltrato animal.
Cuidados del perdiguero de Burgos
Por lo general, la crianza de un perdiguero de Burgos no supone ningún esfuerzo extra a los cuidados esenciales para brindar a todo y cualquier perro una buena calidad de vida.
Publicado en Experto Animal















