Las primeras poblaciones de carneros del género Ovis aparecen en Asia hace alrededor de 1,8 a 2,4 millones de años, extendiéndose por Europa y asentándose mejor al este que en el centro-oeste del continente. Estos carneros arcaicos (Ovis orientalis) dieron pie a la creación, mediante la selección artificial por parte de las primeras tribus sedentarias humanas, a las distintas formas domésticas ovinas (Ovis orientalis aries), que quedaron en Europa como las únicas representantes del género, ya que su ancestro salvaje se extinguió en el Neolítico.
Hace menos de 10.000 años fueron introducidos ejemplares domésticos o semidomésticos, procedentes de Asia o el sureste de Europa, a través de las rutas marítimas en islas del Mediterráneo como Córcega, Cerdeña, Chipre o Creta.
Según la gran cantidad de restos encontrados de esa época, la única especie superviviente fue la variante doméstica de la especie, así que se supone que el muflón europeo actual (Ovis orientalis musimon) deriva de ejemplares semidomésticos asilvestrados, cimarrones que, tras pasar unos siglos en compañía del hombre, retornaron a la vida salvaje en esas islas.
En España, los primeros ejemplares llegaron desde Francia en 1953: dos machos y tres hembras y una pareja procedente de Luxemburgo, que fueron soltados en Cazorla junto a dos parejas más traídas de Alemania tres años después.
De su íntimo parentesco con la oveja llama la atención no solo lo referente a su aspecto físico. Sobre todo, es impactante y revelador la transformación que puede causar la forma de vida en el comportamiento de los animales y que en este caso concreto ha convertido en poco tiempo, primero, al muflón en oveja; y luego a esta –que, con todo respeto, tiene fama de ser una de las criaturas más inocentes de la creación– de nuevo en muflón, carnero del que, al margen de que pueda ser más o menos valorado cinegéticamente, no se puede dudar de su asombrosa facilidad de adaptación a muy variados medios, ni de que da muestras sobradas de la eficacia de sus instintos y de sus recursos para defenderse de sus predadores.