¿Qué sería de nosotros sin los animales domésticos? Algunos nos dan compañía, la mayoría son más fieles que los humanos y, por suerte para algunos y desgracia para otros, algunos son una fuente de alimentación, como es el caso de la leche que nos dan las vacas. Ahora, gracias a la zooarqueología, se ha comprobado que estos animales cada vez poseen un mayor tamaño, y parece estar lleno de aspectos ventajosos para nosotros.
La zooarqueología es una disciplina no muy conocida encargada de estudiar la relación entre el ser humano y los animales a lo largo de la historia. En un estudio publicado recientemente en la 'Journal of Archaeological Science', los expertos en esta materia han analizado datos de restos de animales domésticos, como la vaca, el perro y la oveja, procedentes de yacimientos arqueológicos de toda la Península Ibérica, principalmente del País Vasco, Aragón, Castilla y León, Cataluña, Madrid, Murcia, Navarra, Valencia y el sur de Portugal. Todos ellos datan entre la época romana y nuestros días, es decir, desde el siglo I a. C. hasta el siglo XXI.
Para sorpresa de los investigadores, los resultados revelan cambios en la talla de los animales a lo largo del tiempo, que parecen estar íntimamente ligados a cambios en el paisaje y en los sistemas productivos. En palabras de Idoia Grau, la zooarqueóloga que ha estudiado los restos, "el aumento de la talla de está normalmente relacionado con mejoras de tipo medioambiental o genético”.
Todo apunta a que los resultados son buenas noticias, ¿por qué? La experta ha explicado que un mayor tamaño de los animales domésticos “implica una serie de ventajas económicas, como un incremento de la producción cárnica o de la fuerza de tracción”. También puede mantenerse la productividad más fácilmente, ya que “los animales domésticos mejorados tienden a crecer más rápido”.
Sin embargo, el hecho de que hayan experimentado un crecimiento no implica que haya ocurrido así en todas las etapas de la historia. Entre los siglos VIII y IX, el tamaño de los animales alcanzó el mínimo de todo el periodo estudiado. Los investigadores intentan hallar el porqué: posiblemente se debiera a la generalización de regímenes de alimentación del ganado en semilibertad durante la Alta Edad Media.
El aumento de la talla de los animales domésticos, especialmente en el caso de las ovejas, empezó a notarse claramente desde la Baja Edad Media. Según Idoia Grau, la importancia de la ganadería ovina en este periodo pudo condicionar este gran cambio, tanto en producción cárnica como en aprovechamiento de lana y la leche de estos animales.
Pero sin duda, de acuerdo con los resultados, es en la época moderna cuando los animales alcanzan el máximo en las medidas de su tamaño, aunque los investigadores lamentan que este periodo sea el más desconocido desde el punto de vista arqueológico. Para reforzar los conocimientos sobre la ganadería entre la Edad Media y la Edad Moderna, y poder explicar más profundamente otros fenómenos de la historia relacionados, Grau y sus colegas persiguen poner en marcha una labor de investigación centrada en esos siglos.