A los gatos les desequilibran las novedades y a los perros el aislamiento o la sobreprotección 
Perros y gatos comparten el motivo más habitual de sus 
quebraderos de cabeza: el estrés. La diferencia entre unos y otros son 
las causas que lo provocan. En el caso de los gatos, los cambios en su 
territorio (hogar), como una modificación del mobiliario, que se puede 
traducir en conductas como: “un exceso de lamido, que puede llegar a 
provocar heridas, usar el rascador más de lo normal o en lugares no 
habituales y la aparición de calvas o eccemas”, comenta Sandra Nieto, 
veterinaria y supervisora de centros veterinarios Sanitos de Kiwoko.
 Los desajustes en la conducta de un gato estresado también pueden 
afectar al uso inadecuado que hace de su arenero. “Orinar o defecar 
fuera de su bandeja, aunque la arena esté limpia y alejada de la comida,
 es una forma de llamar la atención y de expresarse”, añade la 
veterinaria.
 
En
 el caso de los gatos, la procesión va por dentro. “Son animales que se 
estresan con mucha facilidad, aunque pensemos que llevan una vida 
tranquila y sin sobresaltos, porque les vemos dormitando en el sofá”, 
explica Nieto. Y es que los gatos tienden a disimular sus debilidades, 
entre ellas cuando están alterados o nerviosos, por ello es más 
complicado detectar sus problemas psicológicos y acuden menos al 
veterinario.
Asimismo, los celos son otras de las causas habituales de 
alteraciones de comportamiento felino, que se puede manifestar en 
agresiones a uno o varios miembros de la familia.
 
Pero, ¿y los perros? ¿Qué les desequilibra? Se trata de 
animales sociales y gregarios, que necesitan la compañía de su grupo 
para tener una mente sana. Las causas que les provocan problemas 
psicológicos son: vivencias traumáticas (abandono o malos tratos), así 
como humanizarles, sobreprotegerles o aislarles, lo que puede 
provocarles alteraciones de comportamiento como: agresividad, ladridos 
compulsivos, automutilación, nerviosismo y movimientos repetitivos, como
 perseguirse la cola o girar sobre sí mismos.
 
Tratamientos y soluciones
“El tratamiento de la conducta compulsiva del perro o del 
gato pasa por detectar la causa que la desencadena, intentar disminuir 
el estrés, evitar castigos por parte de los dueños, fomentar la 
actividad física y, en algunos casos, el tratamiento farmacológico que 
prescribirá el veterinario, en caso de que lo considere necesario”, 
recomienda la veterinaria Ana Cameno.
Contra el estrés felino existen soluciones específicas como:
-Aromas que tranquilizan al gato. El uso de feromonas olfativas sintéticas en spray o difusor, que rebajan su nivel de estrés.
- Paciencia frente a los celos felinos. Si 
el problema son los celos, solamente hay que tener paciencia, porque 
suelen ser comportamientos transitorios y desaparecen al cabo de un 
tiempo.
 
- Otro compañero gatuno para evitar el aburrimiento.
 Si los dueños se lo pueden permitir y están dispuestos a asumir el 
período de adaptación cuando otro gato llega a casa, es una solución 
apropiada para que el felino se sienta acompañado y por lo tanto para 
prevenir conductas desajustadas que afecten a la convivencia con el 
animal en casa.
 
Los mejores detectores de los problemas psicológicos de 
perros y gatos son sus dueños. Por ello, conviene valorar en su justa 
medida los cambios de comportamiento y acudir al veterinario para tomar 
medidas que resuelvan los problemas psicológicos que merman su calidad 
de vida y felicidad.
Escrito por Carolina Pinedo en El País