Ya sabemos que los sentidos del perro tienen distinta importancia para él que para el ser humano y que parece no afectarles carecer de alguno de ellos, al menos “emocionalmente”.
No obstante, cuando alguno de estos sentidos falla, como es el caso de la vista o el oído, los cuidados del perro deben ser especiales, sobre todo porque en alguna circunstancia de la vida diaria puede suponer un riesgo para él.
A pesar de ser evidente, un perro puede ser sordo solo de un oído,
por lo que su propietario puede no darse cuenta nunca de que no oye por
un oído. Por el contrario, cuando se trata de una sordera bilateral, es
decir, que afecta a los dos oídos, los signos son muy evidentes.
En general, si se trata de una sordera congénita, es decir, que el cachorro nace con ella,
se puede sospechar que algo pasa en su oído por la forma de jugar con
sus hermanos de camada, ya que al no oír los quejidos cuando muerde
fuerte, su forma de jugar parece desproporcionada, hasta el punto de que se puede llegar a pensar que se trata de un perro agresivo o violento.
Para poder determinar si el perro está sordo, nada mejor que una visita al veterinario,
quien hará una exploración exhaustiva del aparato auditivo o que lleve a
cabo las pruebas de audición en un entorno neutro. Sin embargo, antes
nosotros podemos realizar algunas pruebas sencillas, como silbar, activar algún juguete sonoro o mover un manojo de llaves.
Por supuesto, cualquiera de estas pruebas debe llevarse a cabo a
escondidas del perro, es decir, sin que nos vea, ya que puede reaccionar
al ver el juguete o las llaves. De ninguna manera sirve dar golpes
fuertes en el suelo, ya que puede reaccionar al percibir las
vibraciones.
Las causas de la sordera son muy variadas,
pero las principales son, por este orden, algún defecto genético, la
toxicidad de algunos medicamentos, las otitis, la degeneración del oído
por la edad o por un traumatismo, incluso debida a la exposición a
ruidos muy fuertes.
Podría parecer a simple vista que un perro sordo no corre ningún peligro, pero no es así, especialmente si queremos que goce de paseos por el campo completamente
suelto. Es en estos casos cuando el propietario se da cuenta de que el
perro “no le hace caso” cuando le llama y corre un riesgo real de que
llegue a extraviarse o de que pueda sufrir algún percance al no
responder a una orden. Para solucionar este problema se han desarrollado
collares vibradores, cuya única misión es conseguir que el perro aprenda a prestar atención cuando se activa.
Las
características de los collares vibradores dependen de los fabricantes,
pero a la hora de elegir uno hay que tener en cuenta el radio de
acción, el tamaño de los dispositivos y la resistencia al agua. También
es imprescindible ser conscientes de que no son la panacea, entre otras
cosas porque no todos los perros se adaptan a ellos, y que requiere un
tiempo de aprendizaje por parte del perro, que debe asociar la vibración con la llamada de su dueño.
En cualquier caso, es fundamental que el propietario de un perro sordo sea consciente de que puede llevar una vida prácticamente normal siempre que reciba un manejo adecuado, que incluye mucha paciencia.